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Título: OPINION: LA COP10 EN BUENOS AIRES (12/12)..
Argentina - 12/12/2004

Clima: amenaza y oportunidad. La cadena agroindustrial está pasando por alto a la COP 10, sin darse por enterada de que lo que allí se debate es una cuestión crucial para la actividad

Clima: amenaza y oportunidad
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Héctor A. Huergo.
hhuergo@clarin.com

La cadena agroindustrial está pasando por alto a la COP 10, sin darse por enterada de que lo que allí se debate es una cuestión crucial para la actividad. Y esto es así por dos cuestiones: primero, porque es una real amenaza para muchas regiones del país, aunque otras se pueden ver favorecidas; y segundo, porque es una oportunidad de negocios.

Veamos las amenazas. Es obvio que el campo argentino, globalmente, se ha visto beneficiada por el incremento de las lluvias que se opera a partir de los 70. Pero también es cierto que durante este ciclo quedaron bajo el agua millones de hectáreas, se afectaron poblaciones, y hubo daños gigantescos en decenas de ciudades de la región pampeana y el NEA. Entonces, la primer necesidad es contar con información y tecnología que permita atenuar el riesgo asociado a la mayor frecuencia e intensidad de lluvias. Justamente una de las ponencias fuertes de la COP 10, a veces contrapuesta a la tesis dominante —que es la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente el CO2—, es hacer centro en la "adaptación" a la nueva situación. Adaptación tiene a su vez dos grandes componentes: la de la prevención de las catástrofes con obras de infraestructura, y el cambio de hábitos de la comunidad afectada por el cambio climático. Esta es una tarea ineludible. Pero no debe llevar a la inacción en todo lo que tiene que ver con prevenir o incluso intentar modificar la tendencia del cambio climático.

Aquí es donde residen las oportunidades para el agro. La ciencia estableció que el calentamiento global es consecuencia de la acumulación de gases de "efecto invernadero" en la atmósfera. El principal es el dióxido de carbono (CO2), proveniente de la quema de combustibles fósiles.

La humanidad ya sabe que tiene que reducir las emisiones de CO2. Y para ello hay distintas estrategias. Una es racionalizar el uso de energía, hacer más eficientes los procesos de generación, transporte y utilización. Otra es apagar la luz o la computadora cuando uno se va de la oficina. Pero también está la posibilidad de sustituir energía fósil por energía renovable. El mundo también sabe que esto es posible. Y lo está haciendo.

Por ejemplo, esta semana la Renewable Fuels Association (RFA, Asociación de Energía Renovable), congratuló a la empresa Utica Energy, LLC por haber duplicado la capacidad de su planta de etanol de maíz de Oshkosh, Wisconsin. Ahora va a producir 200 millones de litros de alcohol que será usado en sustitución de la nafta.

La cuestión es que en los Estados Unidos los biocombustibles son una realidad, tanto con fines ambientales como para revitalizar la industria del interior. "Esta expansión va a crear empleo en la economía local y ayudará a incrementar los precios del maíz", dijo el titular de la RFA. Actualmente, hay 82 plantas de etanol a lo largo de los EE.UU., que producen 12.000 millones de litros de combustible anualmente. Es tres veces nuestro consumo de nafta. Y tienen otras 16 en construcción producirán 3.000 millones de litros de etanol por año.

Esto significa reducción de emisiones de CO2. Una de las cuestiones que se debate en el marco de la COP10 y el protocolo de Kyoto es la instrumentación del emergente mercado de carbono, que consiste en la compra-venta de los "créditos" que generan quienes reducen o ahorran emisiones.

Aquí hay entonces una oportunidad para la Argentina, que padece los efectos del cambio climático, pero es al mismo tiempo un gran productor de materias primas agrícolas que se pueden transformar en biocombustibles, generando empleo e inversiones en el interior. Y diversificando el negocio energético.

Más noticias para este boletín. Brasil reguló, el lunes pasado, la venta de biodiesel, un combustible ecológico basado en aceite vegetal, con cuya producción pretende crear trabajo y reducir su dependencia de importaciones de diesel. Es decir, lo que manda no es lo ambiental, sino lo social. Pero al igual que con el programa de sustitución de nafta por alcohol, Brasil va en la dirección que pide el mundo.

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva dijo que las nuevas reglas, que incluyen incentivos tributarios para los pequeños productores, deberían ayudar especialmente a las empobrecidas regiones del norte y el noreste de Brasil. El gobierno espera que el programa cree más de 150.000 puestos de trabajo el año próximo, la mayoría en pequeñas propiedades familiares en las que se cultiva palma, soja o girasol, de los que se extrae el combustible verde. "Este programa es inicialmente un intento por resolver los graves problemas sociales en las regiones más pobres de Brasil", dijo Lula. El biodiesel será agregado al gasoil regular, algo que ya se hace en los Estados Unidos y Europa.

El biodiesel se obtiene a partir de aceite vegetal, al que se hace reaccionar con metanol, un derivado del gas.

La semana pasada, la Cámara de Diputados (de Brasil) aprobó una ley que permite una mezcla de diesel con hasta 2 por ciento de biodiesel, en los tres

próximos años. Posteriormente podrá agregarse hasta 5 por ciento de biodiesel.

La ministra de energía, Dilma Roussef, dijo que espera que el mercado del biodiesel alcance el próximo año un valor de 40 millones de reales (14,7 millones de dólares), con una producción de 800 millones de litros. Y el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil aprobó la semana pasada un programa de créditos para financiar la producción del combustible verde.

Argentina es el mayor exportador mundial de aceites vegetales. Se embarca el 90% de la producción como aceite crudo. También produce y exporta metanol. Con los dos ingredientes se puede hacer biodiesel en grandes cantidades, para el mercado interno y porqué no, para el mercado internacional, que lo va a demandar en función de las necesidades de reducir emisiones netas.

Argentina es también el segundo exportador mundial de maíz. Coloca dos tercios de la producción en el mercado mundial, sin valor agregado. Por medio de un conocido proceso de fermentación, el maíz produce grandes cantidades de alcohol y co-productos de alto valor, para alimentación humano o animal.

En el Congreso ya tiene media sanción una ley de biocombustibles, que aceleraría el ingreso del país en la era de la energía limpia. Sería una lástima que nuestras urgencias le quiten valor a lo que el mundo discute y ejecuta en estos días cruciales, dejando pasar nuevas oportunidades.

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