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Título: La íntima unión entre agua y energía
- 04/04/2008

MADRID.- No se suele dar mucha importancia a la relación entre el consumo de agua y sus necesidades de energía, como tampoco parece trascendente el agua utilizada para la producción de energía. Sin embargo ambos recursos están muy unidos.


Se requiere energía para extraer agua, transportarla, distribuirla, desalarla, reutilizarla, depurarla…. Y se necesita agua para generar electricidad en las centrales hidroeléctricas, para refrigerar turbinas de centrales térmicas, así como para extraer petróleo, para cultivar biomasa o biocombustibles, para producir hidrógeno…

El 30% del consumo final de energía en California (EEUU) está relacionado con el uso del agua. Y la generación de electricidad es, a escala mundial, el principal usuario de agua, tras la agricultura.

Pero si el nexo actual entre agua y energía es fuerte "esperen y vean" lo que puede llegar. Un estudio reciente de la Universidad de Texas señala que para reducir la dependencia energética se puede electrificar el transporte –sustituyendo los actuales vehículos de gasolina y diesel por eléctricos conectados a la red–. Sin embargo, la reducción del consumo de petróleo se compensaría con un incremento de la demanda de agua, puesto que se necesitaría generar más electricidad. El impacto neto sobre el medio ambiente dependerá de la fuente energética utilizada para generar dicha electricidad.

Para reducir la dependencia energética se puede electrificar el transporte. Pero, la reducción del consumo de petróleo se compensaría con un mayor gasto de agua para generar más electricidad.

Junto a esto el incremento de población y el crecimiento económico continuarán aumentando la demanda de agua y energía con el consiguiente impacto ambiental. Además, a medida que los países menos avanzados se desarrollen la demanda de ambos recursos crecerá exponencialmente.

Agua y energía son dos elementos esenciales para el desarrollo humano, económico y social. Sin agua no es posible la vida y sin energía no se puede obtener agua en la calidad y la cantidad necesarias para el consumo humano o para la actividad productiva.

Hoy en día, 2.000 millones de personas no tienen acceso a agua potable y a energía eléctrica por la falta de acceso a estos recursos en países menos avanzados, lo cual les lleva, inevitablemente, a situaciones de pobreza extrema.

Por ello uno de los Objetivos del Milenio de Naciones Unidad es "reducir a la mitad, para el año 2015, el porcentaje de personas que carezcan de acceso sostenible a agua potable", objetivo que está inevitablemente unido a facilitar el acceso a la energía a esos 1.000 millones de personas.

Si este objetivo se consiguiese se produciría una fuerte presión sobre los recursos hídricos sobre el medio ambiente, puesto que el consumo energético lleva asociado en la mayoría de las tecnologías unas emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes locales.

El problema es que agua y energía son dos bienes cada vez más escasos y los modelos por los que se rigen son difícilmente sostenibles.

Modelos actuales insostenibles

El modelo actual del sector energético, basado en los combustibles fósiles y en el crecimiento constante de la demanda, es claramente insostenible. Y esto es así, fundamentalmente, porque la transformación y el uso de la energía genera dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Por otro lado, el modelo del agua está basado en un uso intensivo del recurso y en un crecimiento exponencial de la oferta que muestra claros signos de insostenibilidad en lo que se refiere a los procesos de degradación de los recursos y de sobreexplotación de acuíferos.

Los procesos de cambio climático han convertido en más grave y urgente la necesidad de utilizar los recursos energéticos e hídricos con criterios de sostenibilidad. Por ello, el calentamiento global potencia la búsqueda integrada de respuestas, ya que existen importantes sinergias en las "nuevas culturas" del agua y la energía.

La relación entre agua y energía es tan íntima, tiene un impacto de tal calado en la economía y el bienestar de nuestras sociedades, que debería tener una atención muy especial por parte de los poderes públicos y un análisis detenido y riguroso por parte la industria, las instituciones académicas y la sociedad civil.

Sin embargo, a día de hoy se trata de una cuestión insuficientemente analizada y valorada en la elaboración de las políticas sectoriales. No se tienen plenamente en cuenta los nexos de unión entre el agua y los sistemas de generación de electricidad. Tampoco se tienen suficientemente en cuenta las propuestas tecnológicas de sustitución de los carburantes en el transporte. Todo ello se traduce, finalmente, en pérdida de oportunidades de desarrollo económico y social

Los actuales desafíos deberían conducir a la elaboración y definición de escenarios de futuro viables en el ámbito de la energía y del agua en los que se debería mantener la funcionalidad de los ecosistemas en los que se apoyan como base para su sostenibilidad.
Se requiere energía para extraer agua, transportarla, distribuirla, desalarla, reutilizarla, depurarla…. Y se necesita agua para generar electricidad en las centrales hidroeléctricas, para refrigerar turbinas de centrales térmicas, así como para extraer petróleo, para cultivar biomasa o biocombustibles, para producir hidrógeno…

El 30% del consumo final de energía en California (EEUU) está relacionado con el uso del agua. Y la generación de electricidad es, a escala mundial, el principal usuario de agua, tras la agricultura.

Pero si el nexo actual entre agua y energía es fuerte "esperen y vean" lo que puede llegar. Un estudio reciente de la Universidad de Texas señala que para reducir la dependencia energética se puede electrificar el transporte –sustituyendo los actuales vehículos de gasolina y diesel por eléctricos conectados a la red–. Sin embargo, la reducción del consumo de petróleo se compensaría con un incremento de la demanda de agua, puesto que se necesitaría generar más electricidad. El impacto neto sobre el medio ambiente dependerá de la fuente energética utilizada para generar dicha electricidad.

Para reducir la dependencia energética se puede electrificar el transporte. Pero, la reducción del consumo de petróleo se compensaría con un mayor gasto de agua para generar más electricidad.

Junto a esto el incremento de población y el crecimiento económico continuarán aumentando la demanda de agua y energía con el consiguiente impacto ambiental. Además, a medida que los países menos avanzados se desarrollen la demanda de ambos recursos crecerá exponencialmente.

Agua y energía son dos elementos esenciales para el desarrollo humano, económico y social. Sin agua no es posible la vida y sin energía no se puede obtener agua en la calidad y la cantidad necesarias para el consumo humano o para la actividad productiva.

Hoy en día, 2.000 millones de personas no tienen acceso a agua potable y a energía eléctrica por la falta de acceso a estos recursos en países menos avanzados, lo cual les lleva, inevitablemente, a situaciones de pobreza extrema.

Por ello uno de los Objetivos del Milenio de Naciones Unidad es "reducir a la mitad, para el año 2015, el porcentaje de personas que carezcan de acceso sostenible a agua potable", objetivo que está inevitablemente unido a facilitar el acceso a la energía a esos 1.000 millones de personas.

Si este objetivo se consiguiese se produciría una fuerte presión sobre los recursos hídricos sobre el medio ambiente, puesto que el consumo energético lleva asociado en la mayoría de las tecnologías unas emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes locales.

El problema es que agua y energía son dos bienes cada vez más escasos y los modelos por los que se rigen son difícilmente sostenibles.

Modelos actuales insostenibles

El modelo actual del sector energético, basado en los combustibles fósiles y en el crecimiento constante de la demanda, es claramente insostenible. Y esto es así, fundamentalmente, porque la transformación y el uso de la energía genera dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Por otro lado, el modelo del agua está basado en un uso intensivo del recurso y en un crecimiento exponencial de la oferta que muestra claros signos de insostenibilidad en lo que se refiere a los procesos de degradación de los recursos y de sobreexplotación de acuíferos.

Los procesos de cambio climático han convertido en más grave y urgente la necesidad de utilizar los recursos energéticos e hídricos con criterios de sostenibilidad. Por ello, el calentamiento global potencia la búsqueda integrada de respuestas, ya que existen importantes sinergias en las "nuevas culturas" del agua y la energía.

La relación entre agua y energía es tan íntima, tiene un impacto de tal calado en la economía y el bienestar de nuestras sociedades, que debería tener una atención muy especial por parte de los poderes públicos y un análisis detenido y riguroso por parte la industria, las instituciones académicas y la sociedad civil.

Sin embargo, a día de hoy se trata de una cuestión insuficientemente analizada y valorada en la elaboración de las políticas sectoriales. No se tienen plenamente en cuenta los nexos de unión entre el agua y los sistemas de generación de electricidad. Tampoco se tienen suficientemente en cuenta las propuestas tecnológicas de sustitución de los carburantes en el transporte. Todo ello se traduce, finalmente, en pérdida de oportunidades de desarrollo económico y social

Los actuales desafíos deberían conducir a la elaboración y definición de escenarios de futuro viables en el ámbito de la energía y del agua en los que se debería mantener la funcionalidad de los ecosistemas en los que se apoyan como base para su sostenibilidad.

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Proyecto Implementación de GIRH para el Pantanal y Rio Paraguay
Programa Marco para la Gestión Sostenible de los Recusos Hídricos de la Cuenca del Plata
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