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Título: MENDOZA: EL PROBLEMA DEL GRANIZO
Argentina - 11/01/2009

Todos deben entender que es imposible detener el granizo. Lo racional es extender la supercie protegida por tela y un sistema de seguro a cargo de los productores.

Todos los años se repiten, casi religiosamente, las escenas de lamentos por los daños que causa el granizo en nuestra provincia. Y todos los años los argumentos son los mismos. Los productores exigen que el Estado les de una solución y los políticos se van en miles de explicaciones pero nunca pueden llegar a una respuesta adecuada.

Es que se sigue desconociendo la naturaleza del granizo y tanto políticos como productores siguen discutiendo como si fuera una cosa manejable.

Aunque resulte denso, por la cantidad de veces que los hemos dicho, repetiremos algunos conceptos para que quede claro de qué estamos hablando.

El principal es que el granizo no es un accidente climático. El granizo es parte del clima de Mendoza. Por estas tierras, cae granizo desde antes que los Incas llegaran a someter a los Huarpes, y siempre cae dentro de los mismos rangos de tiempo.

El primer dato, es que siempre cayó y caerá granizo. Y no está vinculado ni a la construcción de diques ni a nada raro. Simplemente, es una conjunción de masas de aire que, sumado a la evaporación que produce en la cordillera, y por particular formación física de nuestra zona, anualmente se produce granizo.

Y tratándose de clima, no todos los años son iguales. Por eso, algunos años hay mayor ocurrencia del fenómeno que otros. De la misma manera, en algunas zonas cae granizo siempre y en otras se registra el fenómeno de manera más aislada. Probablemente, ahora, con los efectos del cambio climático, podamos ver mayor ocurrencia del fenómeno y, en algunos casos, con mayor intensidad.

Siempre en Mendoza, no sabemos porqué, se ha insistido con la lucha antigranizo. Y siempre los productores le han exigido al Estado que se haga cargo de las consecuencias económicas por los daños producidos por el meteoro.

A tal punto llega esta situación que ya en 1967 se debió liquidar el Seguro Agrícola, un organismo autárquico de la provincia, porque los productores decidieron que no querían seguir pagando las primas del seguro. Querían que el Estado se hiciera cargo.

En 1969 se desarrolló en Mendoza un Congreso Mundial de lucha antigranizo, al que concurrieron los mejores expertos de entonces. La conclusión era que no había ninguna demostración científica que avalara las técnicas de lucha directa (en aquel entonces se usaban cohetes tierra-aire, que eran un subproducto de la industria bélica). En 1969 se insistía en fortalecer la lucha pasiva, es decir, tela antigranizo y seguro.

Se argumentaba que Mendoza es el único lugar del mundo donde las nubes graniceras que afectan a zonas cultivadas o habitadas se producen a una altura mínima de 10.000 metros de altura, mientras las nubes, en sí mismas, pueden tener otros 10.000 metros de altura o más.

Durante el gobierno de Felipe Llaver se insistió con la lucha y se contrató un sistema de origen ruso, que debía ser solventado por los productores. Finalmente, los productores otra vez se negaron a pagarlo y la provincia quedó con una fuerte deuda con los proveedores del sistema que, además, no dio resultado.

Reconociendo los problemas que genera la altura de las nubes, y luego de largos conciliábulos legislativos, se contrata a una empresa norteamericana, Weather Modifications (nombre pretensioso, porque lo esencial del clima no se puede modificar por la mano del hombre).

Estos prestadores utilizaban aviones jet con los cuales podían volar llegando hasta la nube y, en casos, penetraban en el corazón de la nube y hacían las descargas de los cohetes. También fracasó.

Durante el gobierno de Julio Cobos, gobernador al que le sobraba plata como a ningún otro gobernador en la historia de la provincia, de decidió comprar cuatro aviones, contratar pilotos y volver a crear la Dirección Provincial de Aeronáutica. Pero a la hora de comprar, compraron aviones impulsados con turbohélices.

Más allá de la cantidad de plata malgastada y los dislates que se producen en la gestión estatal, nuevamente el sistema ha fracasado, pero sobre todo ha fracasado la teoría que sostiene que hay que seguir intentando combatir el granizo o intentar evitarlo.

Con el granizo hay que asumir una posición igual a la que tenemos los mendocinos respecto a los sismos. Sabemos que se producen, no sabemos cuando ni que intensidad pueden llegar a tener. Frente a esto, hace muchos años que se hace trabajo de prevención. Se regula el sistema constructivo, se dan permanentes indicaciones a las personas para saber cómo reaccionar ante el fenómeno. Todo mucho más racional que con el granizo.

Durante el gobierno de Cobos, además del dislate de compra aviones (¡se argumentó que estábamos en la cabeza de la investigación científica en la materia!) se creó un seguro estatal contra el granizo. ¡Y, por supuesto, gratis! Lo pagaban todos los mendocinos pero solo beneficiaba a los productores vitivinícolas.

Más allá de las anécdotas acerca de si el ministro Migliozzi comía asado con los pilotos el día de la tormenta de General Alvear, hay que dejarse de perder el tiempo con una cosa que no es solución y es sólo un placebo muy caro para tranquilizar a los productores y salvar la conciencia de los políticos.

La única alternativa es que los políticos tomen conciencia y los productores también acerca de que la única solución es concentrarse en la prevención y en la lucha pasiva. Habrá que buscar las formas para financiar la extensión de las superficies protegidas por tela, pero la deben pagar los productores. El quiera protección adicional deberá pagar un seguro, pero lo debe pagar.

Y si las compañías aseguradoras quieren bajar el riesgo de siniestralidad, puede ellas, a su costo, contratar sistemas de lucha directa, como se hace en ciertas regiones del mundo.

Hay que acostumbrarse a convivir con el granizo con racionalidad. Nada puede hacer el Estado para evitarlo y la única solución es la tela. El que no quiera hacerlo, que asuma las

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