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Título: INFORME ESPECIAL: AGUA QUE HAS DE BEBER...(28/06)(Nova)
Argentina - 28/06/2005

Se renueva la polémica por el acuífero Puelche a partir de lo ocurrido en Ezeiza. Ambientalistas y autoridades del Centro Atómico contrastaron sus opiniones ante Agencia NOVA


El problema del agua.

Se renueva la polémica por el acuífero Puelche a partir de lo ocurrido en Ezeiza. Ambientalistas y autoridades del Centro Atómico contrastaron sus opiniones ante Agencia NOVA. Los primeros alertaron sobre la disposición de residuos radiológicos en el suelo y los últimos rechazaron las acusaciones.

LA PLATA, Junio 27 (por Martín López Lastra de la redacción de Agencia NOVA) El agua, uno de los elementos indispensables para la subsistencia humana, no es problema de cantidad en territorio bonaerense, pero el debate sobre su calidad para consumo crece día a día.



No es para menos si se tiene en cuenta que el agua con contaminación química o bacteriológica o mal potabilizada puede transmitir enfermedades de diverso tipo: los ambientalistas aluden a la posibilidad de provocar daños hepáticos y renales, leucemia o síndrome urémico hemolítico, por citar sólo algunos ejemplos.



El agua que llega a millones de hogares del conurbano e interior bonaerense proviene, en gran parte, del acuífero Puelche –ubicado entre 40 y 60 metros de profundidad según las zonas- mediante perforaciones directas para motores o bombas sumergibles o realizadas por concesionarias del servicio de red.



Sin embargo la calidad de este acuífero ha sido motivo de un profundo debate y de una dura batalla, aún pendiente, en una causa en trámite ante el Juzgado Federal de Lomas de Zamora, a cargo de Alberto Santamarina, a partir de ciertas pericias sobre su aptitud y calidades químicas para el consumo.



El disparador del conflicto tuvo origen en Ezeiza, al sur del Gran Buenos Aires cuando distintos movimientos ecologistas alertaron sobre la presencia de uranio, sea enriquecido o empobrecido, y nitratos, por encima de los valores normales, identificando a la causa principal en la presencia del Centro Atómico dependiente de la Comisión de Energía Atómica (Conea).



Acusaciones y respuestas



En marzo de este año, en la causa penal iniciada en la Justicia Federal de Lomas de Zamora, se filtró el dictamen del perito Fernando Díaz, quien concluyó que en las napas de este acuífero en Ezeiza había niveles de uranio y de nitratos por encima de los niveles aconsejados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).



Valentín Stiglitz, médico y dirigente de la Asociación Contra la Contaminación Ambiental en Monte Grande, promotora de esta causa, señaló a Agencia NOVA que “el perito se encontró con algunos obstáculos como la falta de fondos para realizar su labor científica, pero después de cuatro años concluyó en que el agua no debía consumirse por el uranio existente en cantidades superiores a la aceptable y nitratos en un alto porcentaje que pueden provocar daños hepáticos y renales importantes”.



Concretamente, los estudios de Díaz indicaron que se había superado el nivel de 100 microgramos (o microsievert, para mayor precisión técnica) por litro a partir del cual se aconseja que no sea apta para consumo humano.



Con un arsenal de respuestas, el Director del Centro Atómico Ezeiza, Rubén Calabrese, sostuvo, en diálogo con Agencia NOVA, que “la pericia del señor Díaz fue refutada por distintos estudios que ya fueron girados a la Justicia de Lomas de Zamora, como los realizados por la Policía Científica de Gendarmería Nacional, la Asociación Argentino Brasileña para el control nuclear y la Academia Nacional de Medicina”.



Según un comunicado oficial del Centro, se tomaron muestras en 37 puntos de la localidad de Ezeiza y Monte Grande, estableciéndose que “el agua de los pozos analizados contiene 2,89 microsievert que, comparado a los 100 aconsejados internacionalmente por la Organización Mundial de la Salud arrojan un valor 34 veces inferior a lo recomendado”.



El funcionario se recostó sobre la realidad que indica que “el uranio es un elemento de presencia natural en el agua, e incluso, en las cercanías al agua salada sube notablemente el porcentaje”



Calabrese no quiere ampararse sólo en estudios, sino en argumentos entendibles para el común de la sociedad: “Las 700 personas que trabajan en el centro no son suicidas, consumen el agua de red y son vecinos de la zona, incluso funciona en nuestras dependencias un jardín de infantes para los hijos de los empleados”.



Pero también explicó que “si es verdad que se tira tanto uranio como señalan las acusaciones estaríamos provocando no sólo un daño ecológico, sino económico y pondríamos al país en seria sospecha de proliferación nuclear, a tanto nivel que causaría la atención de distintos países del mundo”, aclaró, además, que “cada gramo de uranio debe estar perfectamente declarado y, debido a su costo, es imposible que se haga la deposición masiva que se está señalando”.



En cuanto al nivel de nitratos, Calabrese sostuvo: “Es otra acusación infundada porque es un problema común a todo el acuífero, porque esos niveles son altos en todo el conurbano debido a la falta de redes cloacales”, y añadió que “las mediciones indicaron que hay en Ezeiza menos nitratos que en Monte Grande y Esteban Echevería y otros puntos del conurbano”.



Un duelo de cuatro décadas



Stiglitz señaló que “el tema no viene de ahora, yo no digo que sea exactamente en los últimos días que esto se produjo, porque todo es consecuencia de no haber escuchado durante más de cuarenta años el alerta sobre el riesgo de deposición de residuos radiológicos”



“La advertencia ya la habían dado geólogos que trabajaban en la Comisión en 1957, quienes alertaron a las autoridades que la metodología de depositar residuos radiactivos en el suelo era peligrosa porque podían contaminarse los acuíferos, algo que después sucedió”, resumió Stiglitz.



El ecologista recordó también que “desde el consejo profesional de Geología también denunciaron el peligro de depositar radionucleidos y, lo peor de ello, inyectar con fuerza en piletas especiales los elementos radiactivos en desuso”.



Como una enciclopedia histórica viviente también citó un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Hídrica, ahora Instituto del Agua, que señalaba que “ya en la década del ochenta que si las aguas subterráneas no están contaminadas lo van a estar en un futuro”.



Mediciones permanentes y novedad alarmante



Calabrese afirmó: “Seguimos con los estudios e hicimos mediciones en distintos puntos del conurbano, no precisamente cercanos al centro atómico de Ezeiza, y han arrojado valores que no son altos, pero que se encuentran por encima de los recomendados por la Organización Mundial de la Salud”, pero se reservó, por una cuestión de prudencia, la posibilidad de divulgar esas cifras.



La aseveración de Calabrese aportó un elemento más para el debate: si bien deslindó responsabilidades respecto del Centro de Ezeiza, no ignoró que la realidad acuífera subterránea del conurbano está en una situación más que delicada.



Los riesgos de mayor contaminación del Puelche, con nitratos y con uranio (más allá de si éste es proveniente del centro atómico), están latentes y son una cuenta pendiente a saldar por las autoridades públicas de los distintos niveles de gobierno.



El ambientalista Stiglitz no dejó de señalar su preocupación por lo que se viene en esta materia y desafió: “Arrojen aceite sobre la tierra y tardará una semana, un mes o un año, pero va a llegar a la napa, y lo mismo ocurrirá con los elementos radiológicos”



En cuanto a la proliferación del problema a todo el Puelche, advirtió que “al igual que el derrame de aceite sobre el suelo, la contaminación va a avanzar y como dije, tardará un mes o varios años, pero va a llegar, sea a la ciudad de La Plata o a otros puntos de la provincia, por eso decimos que este tema de la contaminación antrópica, es decir provocada por el hombre, es algo que se debe resolver ahora y no dejarles la pesada herencia a futuras generaciones”.



Calabrese, desde el Centro se atajó ante las temerosas apreciaciones de la entidad ecologista y sostuvo que “nuestra tarea científica, a partir de la sustitución de importaciones, ha sido relevante para llevar asistencia de excelencia a un millón setecientos mil pacientes con necesidades de radiofármacos que antes debían importarse y les puedo asegurar a todos que este beneficio no se hace a costo de un daño ambiental a la comunidad”.



Algo alejado de la vista pero importante para la vida humana, el acuífero Puelche se extiende desde parte de Córdoba, La Pampa y sur de Santa Fe hasta Punta Indio, en la provincia de Buenos Aires.



Este acuífero se extiende como una franja paralela e intermedia entre el Paraná y el Río de La Plata. Pero no le dedicaron odas como al primero, ni tuvo bautismos simbólicos como ocurrió con el último mencionado.



Históricamente, el Puelche es sinónimo de pureza superlativa y, de hecho, una importante empresa que vende agua mineral desde la llanura bonaerense se ufana en su publicidad de ratificar el origen del elemento que después comercializa en miles de góndolas del país.



El riesgo de contaminación del Puelche es factible e imaginable y es por eso que quienes se abastecen de agua corriente proveniente de este acuífero tienen derecho a pensar lo peor y no dejar al caso de Ezeiza como un hecho meramente local, sino como el disparador de futuras actividades de control (Agencia NOVA)


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