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Título: EL CLIMA Y LA AGRICULTURA: LOS CAMBIOS CLIMÁTICOS, LA EXPANSIÓN AGROPECUARIA Y LA SUSTENTABILIDAD DE LOS SUELOS (01/11)
Argentina - 01/11/2004

La gota abona a la soja. Mayores precipitaciones y temperaturas menos cruentas generan el avance de la frontera agropecuaria en la Argentina.

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Liliana Cobelo.
lcobelo@clarin.com

El clima siempre preocupó al hombre de campo. Ya sea por falta de agua o por exceso, por heladas tardías o calores que rajan la tierra, lo tuvo siempre a mal traer y con la mirada posada en el cielo. Y en los últimos años la preocupación se agudizó y no es sólo exclusividad del chacarero, sino de todos. Cambio climático global, efecto invernadero, adelgazamiento de la capa de ozono, subas en las temperaturas y el agua caída son hoy una realidad que hasta se debaten en la escuela primaria.

Claro que mayores precipitaciones en las zonas que antes eran áridas y temperaturas menos cruentas trajeron, hasta ahora, sus ventajas al avance de la frontera agropecuaria en la Argentina. A raíz de esto, el miércoles la Federación de Acopiadores de Cereales realizó el Seminario "Los cambios climáticos y sus consecuencias sobre la expansión agropecuaria y la sustentabilidad de los suelos", en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

En ese ámbito, se presentaron nuevos datos sobre la incidencia del clima en los rendimientos agrícolas de la región pampeana. La primer conclusión a la que se arribó es que los cambios climáticos provocados por la lluvia y la temperatura mínima, provocaron aumentos en los rendimientos de los cultivos que oscilan entre un 13 % para el trigo a un 38 % en soja.

También se concluyó que a raíz de los avances tecnológicos ocurridos durante el siglo XX, sumado a la aparición de nuevos cultivos y a la variabilidad del clima, se ha modificado sustancialmente la frontera agropecuaria con diversas consecuencias sobre la fertilidad de los suelos y la sustentabilidad de los sistemas productivos.

"Entre 1930-1960 y 1970-2000, algunas variables climáticas de crucial importancia para el sector agrícola cambiaron notablemente: la lluvia aumentó significativamente (más del 40% en algunas zonas) durante la primavera y el verano, y también aumentó la temperatura mínima (entre 0.5 y 1.5øC) durante todo el año y disminuyó la temperatura máxima del verano. Por otro lado, el régimen de las heladas también sufrió modificaciones, reduciéndose significativamente debido a retrasos de la primera helada y adelantos de la última, también se redujeron en frecuencia e intensidad", destacó la Dra. Graciela Magrín, del Instituto de Clima y Agua, del INTA Castelar, quien durante la charla presentó mapas inéditos que mostraron el cambio climático desde 1923 hasta 2000.

Una de las figuras mostradas, sirvió para graficar la evolución de la precipitación del mes de enero en Santa Rosa (La Pampa) para el período 1923-2000. "En este caso los valores normales de las anomalías pueden oscilar entre menos 25 mm y más 17 mm. Considerando que la media de las precipitaciones para ese mes es de 70mm, podrían esperarse variaciones entre 45 mm y 87 mm. Sin embargo, cabe destacar que las anomalías negativas pueden llegar a valores extremos de 66mm y las positivas a 151mm con lo cual la precipitación del mes puede variar entre casi 0 y 220 mm", explicó Magrín.

Los 100 millones

A su turno, Gustavo López, de la Fundación Producir Conservando, habló detalladamente sobre la expansión de la frontera agrícola, centrando su disertación en las proyecciones para el 2011 de los cinco principales cultivos de la Argentina: trigo, maíz, sorgo, soja y girasol. "Nuestras proyecciones son de un crecimiento del 21 % en el área sembrada, lo que permitirá llegar a los 31 millones de hectáreas cultivadas y a una producción de 100 millones de toneladas de granos, consolidándose las oleaginosas con el 50% del total cultivado. Los rindes proyectados oscilan en 2100 kilos por hectárea para el girasol y 2700 para la soja.", afirmó.

"Claro que este crecimiento deberá ser acompañado por el desarrollo de la infraestructura que sirva para sacar la cosecha. Hoy tenemos cuellos de botella con la actual producción de 70 millones de toneladas de granos, lo que in dica que se hacen necesarias mejoras en puertos, almacenaje y transporte. En los dos primeros segmentos se están viendo inversiones pero en el caso del transporte el problema puede ser grave. Hace falta mejorar todo el tema de ferrocarriles, red vial y parque de camiones", sostuvo López.

En cuanto al impacto en materia de ingresos que estos 100 millones de toneladas de granos generarán para el país, afirmó que "en el 2011, se pasará de 9.000 a 15.000 millones de dólares totales".

Por su parte, Néstor Darwich, consultor en fertilidad de suelos, fue el encargado de analizar la sustentabilidad de los sistemas productivos y la consecuencia sobre la calidad del suelo. Destacó que "el actual consumo de fertilizantes no cubre los nutrientes del suelo que nos llevamos con los granos y el balance de nutrientes en los suelos es negativo. Y para llegar a una producción de 100 millones de toneladas de granos, deberían usarse 3,5 millones de toneladas de fertilizantes, y aumentar el consumo de nitrógeno en un 40% y el de fósforo en un 60%", indicó. "Por ejemplo, para hacer una soja de 4000 kilos por hectárea habría que invertir 400 kilos anuales en fertilizante", afirmó.

Darwich planteó el desafío de identificar en cada lote las áreas que necesitan más o menos fertilizante, aplicar lo necesario a cada requerimiento y hacer una programación adecuada.

"Para hacer una agricultura sustentable debemos triplicar el uso de fertilizantes en la región pampeana y comprender que la fertilización racional no es un gasto sino una inversión inteligente para que el productor y el campo crezcan. El tema pasa por cómo nos integremos para mejorar esta situación", concluyó.


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