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Título: REMONTANDO EL SALADO CURACO (11/09)(LNP)
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Argentina - 11/09/2007
Pero hay otra que tiene una mayor influencia en su vida cotidiana: el hecho de estar flanqueada por el arroyo De la Barda que es, hoy por hoy, el único brazo vivo del río Atuel que llega desde Mendoza...............
Sin el agua, nada es posible
Algarrobo del Aguila constituye una de las poblaciones más importantes que tiene el noroeste de La Pampa. La otra es Santa Isabel, unos kilómetros más cerca de San Luis.
Si uno mira el mapa de la provincia, aquella localidad tiene una particularidad: está donde comienza el departamento de Chical Co, a metros del límite con el vecino Chalileo.
Pero hay otra que tiene una mayor influencia en su vida cotidiana: el hecho de estar flanqueada por el arroyo De la Barda que es, hoy por hoy, el único brazo vivo del río Atuel que llega desde Mendoza.
Vivo, claro está, cada vez que en la provincia vecina termina el ciclo productivo de las áreas bajo riego y las autoridades deciden abrir las compuertas.
En otras ocasiones, su lecho se seca y pasa a ser una grieta arenosa. Es cuando los 450 habitantes del poblado renuevan interrogantes y los 350 pobladores de la zona rural reafirman su incertidumbre.
Porque, claro está, esa importante aguada dulce se pierde y, con ello, se complica la supervivencia del ganado que puebla el monte.
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En 2003, Pablo Bravo se vino de Eduardo Castex y comenzó a trabajar de docente titular en la Escuela Hogar 129. Aquí formó una familia y hoy, a los 41 años, nada parece cambiarle su objetivo de quedarse para toda la vida.
Es, actualmente, el presidente de la Comisión de Fomento, institución que, después de las próximas elecciones, pasará a ser intendencia municipal. El no piensa en una reelección, sino en seguir colaborando.
Este año, precisamente, la Semana Santa encontró a mucha gente del pueblo trabajando.
"Se nos viene el agua...", fue el alerta lanzado.
Entonces, el casco urbano, que está en una depresión, corría el serio riesgo de quedar en gran parte inundado.
Armaron, de inmediato, un terraplén en toda la margen bañada por el arroyo y pudieron zafar.
Porque el agua viene y... viene. En Mendoza, alguien abre compuertas sin interesar lo que puede pasar aguas abajo, reflexionan aquí.
Los campos, sedientos hasta ese entonces, se inundan y los animales deben ser rescatados y, a veces, trasladados a otras zonas más seguras.
--¿Desde cuándo pasa esto, Bravo?
--Desde 1947, cuando se construyó el dique de Los Nihuiles. Hasta ese entonces, esta zona era distinta.
--Aunque siempre ganadera...
--Poblada por muchísimas ovejas, que fueron desapareciendo para aparecer las cabras.
--¿Sienten que están a merced de decisiones de otros?
--Por supuesto. De pronto, nada y de pronto un caudal que el arroyo no alcanza a conducir y todo termina anegado.
--Ustedes ¿tienen alguna propuesta en particular?
--Mire, todos hablan del Atuel, pero no conocen esta zona. ¿Por qué las autoridades no vienen, conocen y abren el debate aquí? ¿Alguien piensa en nuestra calidad de vida, acaso?
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Además de la enseñanza, Bravo se dedica a la cría de ganado. Tiene un campo en la zona de la barda, a unos kilómetros al oeste de aquí.
Allá, de las 80 variedades vegetales de La Pampa existen casi 50, por lo que, si llueve un poco, los resultados son excelentes.
En proximidades del arroyo De la Barda, la calidad de las tierras es menor, pero se puede asegurar un rendimiento más parejo, ya que el agua, aunque sea producto de los desbordes periódicos, permite el crecimiento de un pastito bien aprovechable por las vacas.
El departamento de Chical Co tiene dos polos: al este, Algarrobo del Aguila; al oeste, casi en el límite con Mendoza, La Humada, con 50.000 y 45.000 cabezas de vacunos, respectivamente.
Hace 15 años, se hablaba de apenas unas 15 mil cabezas.
--¿Cuál fue el eje de la transformación?
--La soja corrió la ganadería a esta zona, que antes era tierra de cabras...
--¿Y los caprinos?
--Hoy, la cría es artesanal. En buena parte, para consumo. Un animal se vende a 50 o 60 pesos, pero hay que cuidarlo de lunes a domingos.
--¿Cambió, también, el valor de los campos?
--Por supuesto. Allá por el 2001, la hectárea valía 40 dólares. Hoy, se consigue a... ¡200 dólares! Ni hablar, en la zona de la barda.
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Carlos Héctor Lucero tiene 55 años. Llegó a la zona a los 7, de General Alvear, Mendoza. Su padre vino a trabajar de hachero y después pasó a puestero. Eran muchos hermanos: 7 varones y una mujer y se ubicaron a 25 kilómetros al norte de Algarrobo del Aguila.
Lucero padre compró los derechos de unas tierras fiscales y empezó a producir. Con el tiempo, los hermanos de Carlos se fueron. Sólo él está hoy aquí.
Trabaja de encargado en La Buena Fe, pero tiene algunas hectáreas más.
"Cuando llegamos, mi padre criaba chivos y tenía caballos. Sabíamos que el río había corrido alguna vez, pero estaba seco", recuerda.
Eran épocas difíciles, por la falta de agua.
Llegaron a hacer pozos en el lecho, para conseguir algo para consumo personal.
--¿Cuándo volvió el agua?
--En el 73. Venía después de mayo y se cortaba en octubre-noviembre.
Hace dos años, se interrumpió del todo y estuvieron obligados a hacer pozos a pico y pala, para conseguir algo de agua... salada.
Este año, el río no falló.
--¿Es agua buena, la que viene?
--Sí. No importa que inunde un poco los campos, porque crece un pasto que la vaca lo aprovecha.
--Pero el animal queda en medio del bañado.
--No es problema, ya que se acostumbra.
--¿Es cierto que alguna vez pensaron en un proyecto mayor?
--En el 78/79 se hizo un pequeño embalse en La Buena Fe. A través de un canal, sembramos 21 hectáreas de alfalfa. La idea funcionó, hasta que vino un golpe de agua y desbordó el terraplén.
--Pero la idea era buena...
--Por supuesto. De todas maneras, entienda que el propietario del campo no puede hacer una inversión mayor, si no sabe si después va a venir el agua y va a poder sembrar...
--Los cálculos productivos ¿daban bien?
--Sí. Habíamos calculado 250 fardos por hectárea y por corte, con 4 cortes por año.
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Las cosas han cambiado en el oeste pampeano. El propio Lucero nos cuenta algo llamativo: En 1976, con dos sueldos que recibió de la provincia, compró 800 hectáreas de campo. Hoy, no compra ni una hectárea.
"Con 15 vacas, se podían comprar casi 15 mil hectáreas", admite.
La región ya habla poco de los chivos, que fueron reemplazados por la ganadería vacuna.
"Aquí anda muy bien el Aberdeen Angus o, en su defecto, el "careta" (cruza con Polled Hereford)", asegura.
Pero el río tiene un rol fundamental, ya que posibilita aumentar considerablemente el número de vacas por hectárea.
--¿De dónde vienen los compradores de tierras?
--De la provincia de Buenos Aires. Cobran la soja que producen y venden y compran aquí. Fíjese que ya no quedan ni tierras fiscales...
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Félix Funes nació, hace 61 años, a 2 leguas de Algarrobo del Aguila. Nunca se fue.
Trabajó primero en el campo de su madre y en el 72 se empleó de peón en un campo, donde conoció a la que es hoy su mujer.
"Cuando llegué, tenían ovejas. El puma diezmó las majadas", explicó.
--¿No quedan ni para consumo en la casa?
--No. Todas las noches, el puma mata una...
Félix, como tantos otros pobladores, también sintió hablar del Atuel, pero hasta el 73 no vio venir el agua.
La que se podía sacar de los pozos era de mala calidad que sólo los chivos tomaban.
Con el retorno de algunos caudales, el panorama comenzó a cambiar y, con el tiempo, los campos se poblaron de vacas.
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La vida en Algarrobo del Aguila se asemeja a la de cualquier pueblo de la provincia: es tranquila.
Uno presume que después del almuerzo, la siesta es sagrada.
Las calles se ven vacías. Sólo un bullicio parte de la escuela-hogar donde muchos chicos buscan la educación imprescindible.
La tarde está buena. Caminamos con Bravo y los productores hacia el terraplén. Es ancho y aparentemente firme. Lo atravesamos y llegamos al puente del viejo acceso.
Una parte está invadida por el agua. El resto, sufre la presión de los caudales.
Los terrenos laterales se ven anegados, aunque sobresale un pasto que saborean vacas y caballos, por más que el agua les cubra las patas.
"¿Ve? Ellos se acostumbran el agua y sólo buscan su alimento", reflexiona Lucero.
Cuando baje el nivel, otros terrenos se poblarán de especies, más allá de que, después, puedan salinizarse por un tiempito.
Lo importante, claro está, es que el agua llegue desde Mendoza.
Nadie, por aquí y a lo largo de todo el río que cruza La Pampa, de noroeste a sudeste pretende grandes caudales.
Se conforman con uno pequeño.
Sin el agua, nada es posible.
Ni siquiera... vivir. |
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