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Título: SANTA CRUZ: SU MAJESTAD, EL GLACIAR
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Argentina - 09/12/2007
Se cree que el Perito Moreno, el más famoso de todos, volverá a estallar en marzo con gran estruendo, desprendimientos y olas gigantescas. Se podrá presenciar desde pasarelas nuevas, a sólo 400 metros de distancia.
EL CALAFATE
De los 47 bloques monumentales de hielo que alberga el Parque Nacional Los Glaciares, en Santa Cruz, el Upsala es el mayor de América y el Spegazzini, el más alto. Se cree que el Perito Moreno, el más famoso de todos, volverá a estallar en marzo con gran estruendo, desprendimientos y olas gigantescas. Se podrá presenciar desde pasarelas nuevas, a sólo 400 metros de distancia.
Por Sabrina Farrando
Pasado. Alrededor de catorce mil años de historia humana y ambiental atraviesan la geografía de la región patagónica.
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Es casi una emoción escuchar hablar en castellano. Y si el acento es argentino, la emoción crece aún más. Es que llegar a El Calafate y prepararse para pasar unos días en uno de los lugares más pintorescos –y exclusivos– del Sur es una experiencia que los visitantes de todos los rincones del mundo cada vez disfrutan más. Los estadounidenses, europeos y japoneses llevan la delantera: simplemente, enloquecen por capturar en cámaras de última generación la maravilla celeste y blanca de los hielos.
Emplazado al pie del cerro del mismo nombre y a orillas del lago Argentino, el lugar debe su origen a un fruto proveniente de un tupido bosque al sudoeste de la provincia de Santa Cruz, destino internacional y tierra de presidentes. Con casi 20 mil habitantes fijos y un crecimiento inmobiliario imponente (ver recuadro), El Calafate florece con las rosas en verano y se viste de blanco en invierno; ofrece uno de los espectáculos más inolvidables del mundo –la ruptura de sus glaciares– y permite descansar o pescar en uno de los parajes más deseados de la cada vez más famosa Patagonia argentina.
En toda la región, los cuidados para preservar la naturaleza intacta son, por suerte, extremos. Al bajar del avión, o llegar en auto, se pide a los pasajeros que se desprendan de todos los elementos comestibles que puedan traer –yerba mate incluida–, para evitar la contaminación de la zona. También es obligatorio limpiarse la suela de los zapatos cada vez que un turista se baja o se sube a los barcos para hacer la travesía por el lago Argentino. Si los visitantes se quejan, los lugareños les explican que es para evitar contaminar uno de los últimos lugares impolutos del planeta.
Gigante blanco
Para llegar a descubrir el coloso de hielo hay que recorrer 78 kilómetros, por la ruta provincial N° 11. El paisaje cambia todo el tiempo. En el Parque Nacional Los Glaciares, creado especialmente para proteger una de las reservas de agua más importantes del mundo –después de la Antártica y Groenlandia–, existen más de 47 glaciares. De todas maneras, el más popular es el que lleva el nombre del Perito Francisco Pascasio Moreno. Además de su imponencia, emociona y genera un respeto casi reverencial al mismo tiempo. Y sus rupturas, famosas en todo el mundo, lo hacen aún más atractivo.
Estar allí en ese momento es, por unanimidad, para todos los afortunados que lo han presenciado, una de esas experiencias que cambian la vida para siempre, y hacen que el hombre se plantee sus limitaciones frente al espectáculo único y perfecto de la naturaleza.
El glaciar es visitado y fotografiado sin cesar por más de 300.000 personas por año. Sus rompimientos –el último ocurrió en marzo de 2006– son un espectáculo único en el mundo. Aunque haya pequeños desprendimientos temporarios, los últimos pronósticos dados por los guardaparques de Los Glaciares indican, en noticias recientes, que el próximo rompimiento podría darse 24 meses después de esa última fecha, en marzo del año próximo.
Belleza natural indiscutida de la Argentina, el glaciar Perito Moreno ha sido considerado más de una vez como la octava maravilla del mundo.
El proceso de quiebre empieza cuando el glaciar avanza sobre la península Magallanes, en el lago Argentino, y cierra el paso de las aguas. Así se forma un dique natural que impide el drenaje del Brazo Rico, el tramo superior del lago, hasta que la presión se hace insoportable. Entonces el hielo estalla en truenos, desprendimientos y olas inmensas, un festival natural que puede admirarse desde las pasarelas, a sólo 400 metros de distancia.
La primera aproximación que se puede tener del espectáculo es desde los senderos, que permiten distinguir la pared frontal. Las nuevas pasarelas del glaciar Perito Moreno, que estarán listas en marzo de 2008, serán metálicas, para evitar los accidentes que unos veinte años atrás costaron vidas de turistas desprevenidos ante la fuerza de las olas y los trozos de hielo que saltan de los bloques.
A pesar de los click de las cámaras de fotos, el silencio es casi reverencial. Los visitantes saben que a la maravilla hay que respetarla, y hablan en susurros. Otros, simplemente, se emocionan hasta las lágrimas. Y escuchan, porque el glaciar se quiebra y, con sus desprendimientos, habla sobre la historia del agua y la tierra. La experiencia es indescriptible. Sólo basta con anticipar que es imborrable y sobrecogedora.
Como sucede en otros parajes y actividades turísticas del país, el precio de la entrada varía entre argentinos y extranjeros. Si bien los jubilados y menores de 14 años de cualquier lugar del mundo pueden ingresar sin costo, los argentinos deben pagar una entrada de $ 12 y los extranjeros, $ 40.
Si al regresar todavía se tiene algún resto, se puede disfrutar de la pista de hielo natural más grande de Sudamérica. Con cinco kilómetros de diámetro, la bahía Redonda –en las aguas congeladas del lago Argentino– ofrece un festín para nórdicos acostumbrados y habitantes del hemisferio sur tentados por el deporte que allá por los 80 despertó furor y hoy protagoniza un revival televisivo.
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