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Título: RENTABILIDAD: CUANDO VIENE DEL CIELO (03/07)( La Nacion)
Argentina - 03/07/2005

Las nevadas causan problemas en el transporte terrestre, pero de ellas depende más del 60% de la actividad en las provincias cordilleranas; con precipitaciones abundantes habrá más producción, más exportaciones y menores precios de verduras, frutas y energía eléctrica


La economía que depende del clima

Para la mayoría de las personas, la nieve está asociada con la temporada de esquí o una larga hilera de camiones varados en la cordillera. Pero para las personas que viven al pie de los Andes, se relaciona también con la disponibilidad de un recurso clave para su desarrollo: el agua.

En Mendoza, al igual que en el resto de las provincias cordilleranas, la nieve es el punto de partida de algo más que un vertiginoso descenso sobre tablas. El hecho de que la provincia sea un desierto donde sólo llueve 200 milímetros por año convierte a la nieve en recurso vital que impacta de lleno en la mayoría de las actividades económicas que se desarrollan dentro de sus fronteras. La tecnología, la creatividad y el esfuerzo humano de poco sirven en esta provincia sin la nieve, que en forma directa e indirecta permite crear dos tercios de su riqueza.

Por eso, el clima en las altas cumbres mantiene en vilo durante los meses de invierno a la mayoría de sus habitantes. Es que no sólo el sector turístico vive de la nieve, sino también la agricultura, el comercio, casi la mitad de la industria manufacturera, el sector de electricidad, gas y agua y el de transporte. Según datos de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE), todos estos sectores generaron $ 6250 millones el año anterior –medido en pesos de 1993–, un monto que equivale al 63% del producto bruto provincial.

“Lo que único que no depende del agua es el petróleo, la minería y algo de ganadería de cría en la zona de sequía”, señala Laura Montero, ministra de Economía de la provincia; eso marca claramente la incidencia de las precipitaciones en la mayoría de las actividades que se desarrollan en el oeste argentino. Incluso parte de las manufacturas de origen industrial que se elaboran en la provincia están estrechamente relacionadas con la nieve. “La industria metalmecánica cobra fuerza porque está vinculada al agro”, agrega Montero durante una entrevista con LA NACION.

El sector vitivinícola, por ejemplo, un icono de la industria mendocina, vive pendiente de la situación en la alta montaña. “Para nosotros es importante. Sabemos que si tenemos una serie de años sin nieve vamos a tener problemas de agua”, dice José Alberto Zuccardi, director de Familia Zuccardi, una de las cinco principales bodegas exportadoras de la Argentina. El vino es el principal producto local de exportación, incluso por encima del petróleo. En 2004, las ventas al exterior de vino alcanzaron los US$ 225,7 millones contra los US$ 124,5 millones del "oro negro" extraído en la provincia. Si se incluyen las ventas de mosto (jugo de uva sin fermentar), la cifra asciende a US$ 326 millones, un tercio de las exportaciones totales de la provincia.

Los viñedos cubren la mayor parte de la superficie cultivada -150 mil hectáreas de las 270.000 implantadas, que a su vez representan sólo el 4,2% de la superficie total-, pero Mendoza también produce ciruelas, duraznos, manzanas, aceitunas, cebollas, ajos, tomates y papas, entre otros; en conjunto, generaron un valor agregado de casi $ 845 millones el año anterior, medido en pesos corrientes. Al igual que las uvas, todos se nutren del agua que proviene de la nieve y los glaciares de la montaña.

"El impacto del agua en la producción es directo. Somos un oasis; si no hay agua, se muere todo y el riego es una consecuencia de la nieve", afirma Flavia Gil, gerente técnica del Instituto de Desarrollo Rural (IDR). "El agua es un 80 por ciento del fruto. Si falta agua, vamos a tener menos producción y menos tamaño", agrega.

La pérdida de rentabilidad que implica un invierno pobre en nevadas también viene dada por el aumento en los costos. Un invierno seco implica un caudal menor de agua en los cinco ríos -Mendoza, Atuel, Diamante y Tunuyán y Malargüe- que nutren las fincas. La escasez del recurso hídrico en la superficie lleva a los productores a buscarlo en las napas subterráneas. Esto implica más bombeo en los pozos que descienden hasta los acuíferos, lo que conlleva un mayor costo de electricidad para los productores agrícolas.

Esa pérdida de rentabilidad puede alcanzar también a la industria. Con menos producción y mayores costos, los productores pueden elevar el precio de sus productos y encarecer los insumos para la elaboración de alimentos, como los duraznos en conserva o el puré de tomate.

Por todo esto, existe un claro consenso entre los empresarios y los funcionarios locales acerca de los beneficios de la nieve en abundancia, aun cuando ésta ponga temporalmente en peligro las exportaciones y aumente los costos de comercialización en el invierno. "Cuando se cierra el paso [carretero a Chile] enfrentamos un problema, porque podemos perder clientes, a los que tenemos que darles no sólo calidad, sino consistencia y confiabilidad. Si no, tenemos que salir por el Atlántico, que implica más costos", dice Zuccardi.

"Somos nievedependientes. Es lo que nos permite desarrollar actividades económicas", dice Juan Carlos Pina, gerente de Bodegas de Argentina. "Los bodegueros viven pensando en la nieve. Uno dice «¡qué fantástico que nevó!» y la gente piensa que ese señor se va a esquiar, pero no, está pensando en el agua para su viñedo", agrega.

Más allá de la preocupación de los productores, miles de turistas son atraídos por la nieve y el vértigo de las pendientes cordilleranas. "El último año con buena nieve fue 2002, y no me quedó uno solo de los 2000 equipos de esquí que tenemos sin alquilar", recuerda Daniel Núñez, socio de una agencia de turismo y tres locales de equipos de esquí.

Según datos de la Subsecretaría de Turismo, para este receso invernal se espera la llegada de unos 120 mil turistas. El centro de esquí Los Penitentes tiene el 90% de su capacidad de alojamiento reservada y el total de las camas del departamento de Malargüe -donde está ubicada Las Leñas- ya está cubierto para todos los fines de semana que van del 9 al 23 del corriente. El gasto promedio, según estimaciones de esa subsecretaría, podría ascender a los $ 110 diarios por persona. De esta manera, los turistas dejarían cerca de $ 198 millones en la provincia.

Más electricidad

La generación hidroeléctrica es otra de las actividades que depende de lo que ocurra en las montañas, a tal punto que un puñado de buenas nevadas puede hacer caer el precio de la electricidad un 10%, según señala Gustavo Matta y Trejo, gerente general de Hidroeléctrica Los Nihuiles SA (Hinisa) y de Hidroeléctrica Diamante SA (Hidisa).

Ambas empresas poseen tres centrales hidroeléctricas distribuidas entre diques sobre los ríos Atuel y Diamante, en las que se genera el equivalente al 31% de la demanda eléctrica de Mendoza. Ambas empresas deben tomar la misma decisión a lo largo de todo el año: reservar el agua en sus diques para generar electricidad en el momento más oportuno -decisión de peso en un país con problemas de abastecimiento- o dejarla correr para atender las necesidades de riego de los agricultores mendocinos.

Parte de este dilema se lo resuelve el Departamento General de Irrigación, el ente autárquico provincial encargado de la administración y la distribución del agua. "Nuestro contrato dice que tenemos que obedecer las instrucciones de Irrigación. La prioridad en el uso del agua es para el consumo humano y el riego. Después está la generación eléctrica", explica Matta y Trejo.

"Hacemos un delicado equilibrio entre las necesidades de riego, la capacidad de embalse de nuestras instalaciones, los momentos de mayor demanda eléctrica y la cantidad de agua. Hay años que viene tanta agua, como en 2003, que hay que dejarla pasar a través de los vertederos sin generar nada. Eso sucede luego de años en que nieva mucho, y en 2002 nevó mucho."

La generación promedio de Hinisa es de 900 gW por año, mientras que la de Hidisa es de 600. En 2003, gracias a la nieve acumulada durante el invierno anterior, las centrales de ambas compañías produjeron 1062 y 860 gW en el año, respectivamente. Por el contrario, este año, las escasas nevadas de 2004 permitirán generar sólo 780 gW en el caso de Hinisa y 520 en el caso de Hidisa.

"Si no nieva un año, sabemos que nos enfrentamos a un año complicado. No tenés generación para vender y solamente podríamos generar algunos ingresos en el mercado a término", explica Matta y Trejo.

Las restricciones por la falta de nieve y la dependencia de la economía provincial respecto del clima no es, según los empresarios y los funcionarios consultados, un freno para la llegada de inversiones porque los diques permiten regular la oferta.

"Si no tuviéramos un dique como el de Potrerillos, un año sin absolutamente nada de nieve traería un problema bastante serio, porque sólo contaríamos con los glaciares", explica el superintendente general de Irrigación, Lucio Duarte. De cualquier manera, Duarte reconoce la necesidad de construir más diques: "Mendoza va a requerir para su desarrollo futuro una cantidad importante de diques".

No es lo único que la provincia va a necesitar. "El freno para la inversión es el tema energético, principalmente la no disponibilidad de gas, en particular para todo el sector agroalimentario", apunta Montero. Después de todo, el agua no es el único insumo necesario para crear riqueza.

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