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Título: TUCUMAN: URGE UN PLAN PARA EVITAR LAS INUNDACIONES
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Argentina - 09/12/2007
Es indispensable un programa que sustituya lo que se ha venido sucediendo durante todos estos años, y que oscila entre la inacción o la aplicación de parches insuficientes
El miércoles de la semana pasada, los pobladores de Niogasta, Esquina y Sud de Lazarte, localidades ubicadas al sudoeste de Monteagudo, tuvieron que soportar por enésima vez la calamidad de las aguas desbordadas. Estas se metieron en sus casas, y además interrumpieron el paso por la ruta 308 y los dejaron aislados durante dos días. Lo curioso del caso -sobre el que LA GACETA brindó la información oportunamente, además de las apreciaciones de su editorial del 6 de noviembre- es que los vecinos habían advertido a las autoridades, a fines de setiembre, sobre el riesgo de que desbordara el río Chico cuando empezaran las precipitaciones, dado que no se hicieron las obras indispensables en su cauce.
Los funcionarios no dieron demasiada importancia a las voces de la gente de Niogasta. Se trata de una zona alejada, de escasa población, y cuyos habitantes han considerado tradicionalmente las inundaciones como una especie de fatal maldición bíblica. Sin embargo, esta vez habían visto una luz de esperanza cuando la Dirección del Agua les aseguró que en una semana se llevarían a cabo los trabajos en el río, y que se destinarían a ellos $ 4,4 millones. Pero las máquinas respectivas nunca llegaron y se produjo el anegamiento, que los hubiera dejado desnudos si no hubiera sido porque, precavidamente, construyeron sus ranchos sobre pilotes.
Tuvieron que lamentar, eso sí, la pérdida de algunos animales, que fueron arrastrados por las aguas.
Lo que ocurre en Niogasta es parte de un problema más que significativo dentro del territorio de nuestra provincia. Tenemos experiencias bastante cercanas (como la de enero pasado) cuyos perjuicios se estimaron oficialmente en más de $ 30 millones y son claras muestras del daño que pueden suscitar las inundaciones que desatan las lluvias en Tucumán: pérdidas muy importantes en materia de viviendas, enseres domésticos, animales y cultivos son el saldo de estas emergencias, que a cada rato plantean con crudeza la gravedad de la cuestión central: la urgencia de que en
Tucumán el Gobierno encare con decisión un programa realista y de largo aliento en ese terreno. Es indispensable un programa que sustituya lo que se ha venido sucediendo durante todos estos años, y que oscila entre la inacción o la aplicación de parches insuficientes. Cabe recordar que, a comienzos de año, el gobernador, José Alperovich, dijo que hacían falta $ 2.500 millones para conjurar el problema de las inundaciones en la provincia.
La Secretaría de Obras Públicas, hace un mes, aseguró haber realizado “casi 60 obras por administración o por contrato” y que “33 emprendimientos de diversa índole” están próximos a ponerse en marcha, con lo que se había reducido considerablemente el riesgo de inundaciones a causa de las tormentas de verano, siempre que estas se mantengan dentro de los parámetros habituales. Negó, además, que pueden suscitarse problemas con el puente sobre el río Chirimayo, en Concepción, obra de la que muchos vecinos se quejan por considerarla mal construida y, por ello, contraproducente frente a una eventual emergencia.
Pero ocurre que Niogasta ha terminado inundada luego de una lluvia de milimetraje normal, lo que indica que algo se está ejecutando defectuosamente en esta tarea de defensas contra el agua. Por ello, es hora, como hemos señalado, de tomar las providencias para encarar la cuestión de un modo realmente profundo e integral.
La indefensión ante los anegamientos es un drama que los tucumanos sufren desde tiempo inmemorial. Urge enfrentarlo con la decisión que corresponde y utilizando los recursos presupuestarios que sean necesarios para que situaciones tan lamentables no vuelvan a producirse.
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