Título: La mirada en los ríos del Comahue
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Argentina - 30/10/2004
Frente a la no superada crisis del gas el gobierno nacional apuesta a la hidroelectricidad.
Tras un par de años de sequía y de un manejo absolutamente irregular de la cuenca del río Negro, los embalses de las presas llegarán al verano con niveles de agua cercanos a los valores medios. El gobierno nacional sigue de cerca la evolución de las cotas porque proyecta contar con los recursos hidroeléctricos del Comahue para el invierno que viene.
En la crisis energética del verano pasado el sistema no pudo contar con todo el poder generador de la Norpatagonia porque los recursos hídricos fueron escasos (lo mismo que en el Litoral, donde se encuentran las centrales binacionales Yacyretá y Salto Grande).
Habrá que ver qué ocurre con el manejo del negocio del gas de acá al invierno que viene, pero con agua en los embalses del Limay y el Neuquén el margen de maniobra del gobierno de Néstor Kirchner será mayor.
Aunque hay normas que así lo establecen, la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC) salió a decir que “sería deseable que la operación de los embalses para los próximos meses contemple el cumplimiento tanto de las erogaciones mínimas como de los máximos por drenajes”.
En verano el agua que baja de los embalses tiene un caudal máximo permitido para proteger las napas de las chacras del Alto Valle. No es una cuestión caprichosa ni una interpretación de las normas, sino una de las pocas reglas de juego que, en materia de manejo de caudales, tienen los concesionarios de las hidroeléctricas.
Esas normas son tan básicas que, como se vio este año, el río Negro puede reducir su nivel a la mitad en cuestión de días.
Efectivamente, el caudal medio diario del Negro durante setiembre fue en el inicio del mes de 728 metros cúbicos por segundo, pasó a 1.345 y terminó con poco más de 500.
Los saltos de un nivel a otro fueron drásticos: en cuatro días (entre el 21 y el 17 de setiembre) los caudales del río Negro pasaron de 1.000 metros cúbicos por segundo a 500.
Los últimos dos años no fueron tan abundantes en materia de agua como el 2001 y el 2002 para el Comahue.
De todos modos, el gobierno nacional dispuso el año pasado que la producción de las hidroeléctricas de la región fuera lo suficientemente intensiva como para suplir la falta de gas en las usinas térmicas.
En cambio, este año no pudo repetir el esquema de programación porque los embalses arrastraban los efectos de la sequía.
Un invierno no tan crudo y una primavera adelantada en la zona central del país, donde se concentra el consumo, permitieron darles descanso a las turbinas de las hidroeléctricas del Comahue.
Desde finales del mes pasado el río Neuquén aguas abajo de El Chañar es una sombra de lo que llegó a ser en el invierno.
El caudal del agua que en el Limay dejó pasar Arroyito también se redujo de manera notable.
Las restricciones del verano, más la cantidad de nieve acumulada todavía en la cordillera y una primavera más lluviosa de lo normal, podrían aportar a los embalses la suficiente cantidad de agua como para llegar, hacia mayo, con reservas mucho mayores que las del invierno pasado.
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