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Título: PARAGUAY:El problema de los raudales no tiene visos de solución..
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Paraguay - 18/01/2005
Las lluvias intensas combinadas con la topografía ondulada dan lugar a los raudales.
La ciudad de Asunción surgió -y ha crecido enormemente- en un territorio en que el agua ha sido al mismo tiempo un gran bien y un singular problema.
Un bien, por su abundancia y calidad (hasta hace poco, por lo menos), pero también un problema, porque las lluvias intensas combinadas con la topografía ondulada dan lugar a los raudales.
El planeamiento urbano de la ciudad, durante siglos, no parece haber sido motivo de mayor preocupación. La ciudad no solo vivía con sus raudales, sino que aun se ha dado el caso de que en ciertos puntos se realizaran obras, incluso viales, que se constituyeron en diques que lograban que se anegaran algunas áreas aledañas.
Durante muy largos años parecería que ni las autoridades ni los propios moradores de la ciudad se preocuparon mayormente por estas cosas. Era común oír decir a estos últimos que "el Paraguay se suspende cuando llueve". Y las actividades cesaban casi por completo.
Sin embargo, la modernidad ya no nos consiente a los asuncenos continuar en nuestra antigua pasividad, y un edil capitalino, el Sr. Luis Alberto Boh, nos ha dicho hace poco, con toda razón, que Asunción está en medio de una verdadera "bomba de agua", tanto por sus lluvias, su topografía, sus muchos arroyos (la mayoría de los cuales son ahora total o casi totalmente subterráneos), la disminución de la superficie de absorción por razón del avance de las edificaciones y pavimentaciones, y la falta de desagües cloacales y pluviales, como porque ni la ERSSAN (es SANOS, ex Corporación de Obras Sanitarias) ni la Municipalidad se hacen cargo del problema de los desagües, en especial de los pluviales.
Cabe recordar que la mención del tema de los desagües pluviales fue considerada por la legislación nacional recién en 1962, con la Ley Nro. 798, que lo puso en manos del ente que hoy se llama ESSAP. Las obras de construcción de desagües pluviales, sin embargo, recién comenzaron a realizarse bajo la vigencia de la Ley 1095 de 1966, que creó la Corposana, pero solo llegaron a realizarse esas obras en dos momentos y, al fin de cuentas, abarcaron solo una pequeña parte del área capitalina. Desde más o menos 1980 no se realizaron más obras. La pasividad volvió a imperar, y los problemas han continuado creciendo.
La Ley Nro. 1294, de 1987, Orgánica Municipal, pese a lo dispuesto por las leyes que regían a Corposana, expresamente confirió a los municipios la atribución -y el deber- de "decidir o promover la construcción de sistemas de.... drenajes pluviales" (art. 39, inc "11").
El Municipio asunceno, cuando menos, nunca se ocupó del tema. Lo dejó, de hecho, totalmente bajo el poder de Corposana, entidad que, como ya se dijo, se ocupó poco y solo brevemente de realizar desagües pluviales, aunque durante largos años cobró buen dinero para las obras respectivas a sus usuarios capitalinos.
El Municipio, en realidad, ni siquiera cuidó que la planificación urbana tuviera en cuenta los raudales, ni aun en sus propias obras.
Ahora la cosa se ha complicado aun más. Por una parte, ERSSAN, sucesora de Corposana, ya no tiene a su cargo atender el problema de los desagües pluviales. Su Ley Orgánica Nro. 1614 del año 2000 le retiró esa función para la que ya desde 1995 Corposana no cobraba más a sus usuarios.
Por otra parte, en el propio Municipio capitalino no hay acuerdo sobre el tema de las pavimentaciones, entre otras cosas, precisamente sobre si la nueva ley que se está queriendo gestar sobre ellas ha de incluir o no al problema de los raudales. Y complica adicionalmente la situación el hecho de que un proyecto de ley presentado por dos diputados a la Cámara de que forman parte, también omite considerar aquel problema.
Es una situación realmente triste la que queda en evidencia. Muestra ella, se diría, la pobre visión sobre sus responsabilidades que tienen muchos, demasiados, de los actuales gobernantes. Si un problema a la vez tan notorio como elemental no consigue ser considerado y resuelto, qué no ocurrirá con tantos otros mucho menos visibles e impactantes sobre la gente, a la par que mucho más complejos, que también deben atender los gobernantes.
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