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Título: La sequía ya afecta al agro y al servicio de agua potable
Argentina - 21/10/2004

Se retrasaría la siembra de la soja.

120.000 tucumanos tendrían problemas de suministro. La falta de lluvias perjudica a sectores de Yerba Buena, Tafí Viejo y de la periferia de la capital. En el campo hay gran preocupación. Opinan especialistas.
La escasez de lluvias golpea con dureza al campo tucumano e incluso amenaza con traer problemas en el suministro de agua potable a gran parte de la población de la provincia.
Según el presidente de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT), Alfredo Calvo, si no llueve pronto, las dificultades derivadas de la sequía afectarían a entre un 8 y un 10% de los usuarios del servicio de agua potable en la provincia, es decir a entre 100.000 y 120.000 tucumanos. Ya sufren la carencia algunas zonas de Yerba Buena, de Tafí Viejo y de la periferia de esta capital.
El meteorólogo Juan Minetti pronosticó que hay probabilidad de lluvias entre fines de este mes y la primera semana de noviembre, aunque no serían de gran relevancia. Sí serían importantes las precipitaciones que, según el experto, se producirían durante la primera quincena de diciembre. Adelantó que las lluvias de noviembre no alcanzarían para recuperar los niveles hídricos en los campos, por lo cual se postergaría la siembra de la soja.
Desde el INTA Famaillá se advierte que la situación de sequía se viene observando durante todo este año. El fenómeno climático golpea con dureza a los cultivos, en general, de la provincia, principalmente a las quintas con limones y a los cañaverales.
Hay problemas de suministro de agua en varias localidades
Buen nivel en El Cadillal.
Hay carencias en el norte de Tafí Viejo, en el norte de Yerba Buena y en la periferia de la capital. Preocupación de la SAT.
El presidente de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT), Alfredo Calvo, anticipó que algunos sectores de la población de la provincia ya sufren los efectos de la falta de lluvias. “Hay 1,2 millón de usuarios en Tucumán, y calculamos que habrá un impacto crítico de la sequía en un 8 o un 10% de esta población (entre 100.000 y 120.000 personas)”, indicó Calvo. Reveló que se nota falta de agua en zonas al norte de Yerba Buena, al norte de Tafí Viejo y en la periferia de la capital provincial. “Hay algunas dificultades, pero estamos trabajando para disminuir el impacto de la falta de agua”, apuntó.
Calvo explicó que existen dos cuencas que proveen de agua a la provincia. Una es la de Trancas, que deriva agua al dique El Cadillal, que abastece al Gran San Miguel de Tucumán. “La de Trancas no sufrió demasiado por la sequía, por lo cual el nivel de agua en El Cadillal se ubica en parámetros normales para la época”, subrayó.
El problema se observa en la otra cuenca, la de San Javier que, según Calvo, sufrió mucho por la seca. “El 60% del déficit hídrico en esta zona se debe a la falta de lluvias. Este sector sí está muy vulnerable, y se nota una disminución en las napas”, agregó. Aclaró que las lluvias traerían alivio, pero dejó en claro que el suministro de agua en los pozos no sería inmediato. “Las napas demoran en llenarse”, precisó.
Un año seco desde el comienzo
En los tres primeros meses del año las precipitaciones fueron sensiblemente menores a lo esperado. A diferencia de esta situación, abril y mayo tuvieron un volumen de lluvias superiores a lo habitual para esa época, señala un informe del Observatorio Meteorológico del INTA Famaillá. Juan Rubén Pedraza, técnico del Observatorio, indicó que desde junio a la fecha las precipitaciones fueron insuficientes, tanto en volúmenes como en frecuencia. “Esta situación es más complicada en el este de la provincia que en el pedemonte”, destacó. De todas formas, recalcó que la situación de falta de precipitaciones no es un fenómeno inusual en la primavera tucumana.
Otra observación que Pedraza considera importante es que en los días transcurridos de octubre no se registró una sola hora del mes con humedad relativa igual o mayor a 90%. “Por el contrario, hasta el 18 del corriente se registró un 60% de las horas del mes con humedad relativa igual o menor a 60%, fenómeno que indica claramente la poca humedad que presenta el aire”, apuntó.
Pedraza hizo hincapié en que las lluvias de abril y mayo, que cargaron los perfiles hídricos en varias zonas de la provincia, llevaron a que se incremente la superficie sembrada con trigo.
La caña es resistente, pero siente la escasez
El cañaveral tucumano está sufriendo por la falta de humedad, aunque este cultivo suele recuperarse de los efectos de este tipo de inclemencias climáticas cuando se registra una lluvia de importancia. En la zafra 2002 también hubo seca y se obtuvo finalmente 1.940.000 toneladas de azúcar. Este año, también con seca, ya se superó el millón de toneladas.
“La situación no es desesperante, porque la caña es más resistente que otros cultivos, pero se siente el efecto de la falta de agua”, dijo a LA GACETA el empresario cañero Iván Ginel. Indicó que un efecto de la seca en las cañas -que se encuentran en la etapa de brotación y macollaje- podría ser la muerte generalizada de los brotes y el raleo de los tallos. “Esto significa menos cañas y menor desarrollo de las existentes. Con esta sequía podría haber menos tallos por metro lineal”, explicó.
“Hace cuatro años que venimos con primaveras totalmente secas, pero generalmente la caña es muy resistente”, recordó Ginel.
Sojeros necesitan que se carguen los perfiles
Los sojeros están muy preocupados por la evolución que muestra el clima en Tucumán. Temen que si no llueve y no se recuperan los perfiles hídricos de los campos, la siembra de la oleaginosa sufra retrasos que se traduzcan en pérdidas económicas. “Los niveles de reserva de agua de los suelos son muy pobres, dado que el trigo invernal y las malezas siempre absorben la poca humedad que hay”, indicó Hugo Robinet, técnico de la sección Granos del INTA Banda del Río Salí. Deslizó que en esta campaña la distribución del agua de lluvia en la provincia sería muy ajustada, como ocurrió en años anteriores.
Según el experto, el éxito o el fracaso del sector sojero estará dado por la elección de la fecha de siembra y de los grupos de maduración que elijan los productores para aprovechar el recurso de agua. “No necesitamos 100 milímetros de lluvias de una sola vez, sino una buena distribución de agua, que vaya penetrando en el suelo hasta que se logre la humedad adecuada en el perfil”, apuntó Robinet.

Fuente: La Gaceta




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