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Título: La desertificación avanza peligrosamente en todo el país
Argentina - 18/10/2004

La República Argentina ocupa más del 80 por ciento de su territorio con actividades agrícolas, ganaderas y forestales, que generan un impacto importante en la base de sus recursos naturales, expresado en la actualidad con más de 60 millones de hectáreas sujetas a procesos de desertificación de moderados a graves

Cada año se agregan 650 mil hectáreas, con distintos grados de erosión.
Esta situación es particularmente aguda y crítica en las zonas áridas y semiáridas que componen el 75 por ciento del territorio nacional, donde la pérdida de productividad se traduce en el consiguiente deterioro de las condiciones de vida y expulsión de población.
La población urbana y rural establecida en esta región árida/semiárida es aproximadamente el 30 por ciento del total nacional (9 millones de habitantes). Muchos de los estados provinciales de la región presentan ingresos per cápita promedio inferiores a la media nacional, y los porcentajes de hogares con necesidades básicas insatisfechas duplican la media nacional, según indica un documento de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, al que accedió RENA.
Las regiones áridas disponen sólo del 12 por ciento de los recursos hídricos superficiales del país, los que junto a la dotación de aguas subterráneas, permiten el riego en mas de 1.250.000 hectáreas en los llamados oasis de riego.
Pero deficiencias en la infraestructura de regadíos , la inadecuada sistematización del terreno, el mal manejo del agua y déficits en la asistencia técnica al productor, generó que cerca del 40 por ciento de la superficie presente problemas de salinización y/o revenimiento freático.
La dramática disminución de las formaciones boscosas de la Argentina ha acompañado a la desertificación. En los últimos 75 años la reducción de la superficie forestal natural, por efecto de la explotación con objeto maderero y energético, sobrepastoreo y el desmonte para la ganadería y la agricultura, alcanzó el 66 por ciento (mayoritariamente en las zonas secas) de su superficie original.
Asociado con la ocupación del territorio y la modificación de los ecosistemas, la pérdida de biodiversidad se expresa en el peligro de desaparición del 40 por ciento de las especies vegetales y animales en todas las regiones marginales y en especial en las más expuestas a la desertificación.
Las deficiencias en la tenencia de la tierra es un factor que contribuye a agravar los procesos de deterioro. Tanto el latifundio como el minifundio, la ocupación de tierras fiscales, y los problemas de títulos llevan a una creciente degradación del suelo, el agua y la vegetación, lo que disminuye y anula su productividad, sumiendo a los pobladores en la pobreza u obligándolos a la migración.
Problemas graves como el bajo valor de la producción primaria, dificultades en la comercialización y escasas alternativas productivas, presionan sobre los procesos de desertificación.
Una problemática poco considerada, que afecta a todos los núcleos poblacionales del país, es la desertificación en las áreas periurbanas, originada en la presión social de grupos marginados y migrantes de las áreas rurales.
"Todos los países del mundo sufren procesos de desertificación que está relacionada con el deterioro de los recursos naturales del planeta. Este proceso es generalmente lento y es una cosecuencia del mal manejo o mal uso de los recursos por implementación de prácticas en algunos casos inadecuadas, que no tienen en cuenta el uso sustentable de los ecosistemas o agroecosistemas", señaló José Giulietti, del INTA San Luis, a esta agencia.
Puna: tala indiscriminada
La Puna argentina (noroeste) está sujeta a procesos de erosión hídrica y eólica, fundamentalmente por sobrepastoreo. Las lluvias escasas y las bajas temperaturas predominantes determinan una deficiente productividad y recuperación vegetal, a lo que se suma el carácter torrencial de la lluvia que provoca erosión por la poca cobertura vegetal, hecho agravado notablemente en los últimos 30 años.
Los recursos hídricos superficiales son escasos, con un uso poco eficiente. Las causas principales de la disminución de la cobertura nativa son: la tala indiscriminada de las especies leñosas en general, el sobrepastoreo o mal pastoreo no sólo por alta carga con el ganado introducido, sino también por animales asilvestrados y camélidos, malas prácticas agroganaderas, deficiente manejo del agua e ineficiente uso de la energía.
En las zonas más áridas (sur y oeste), las posibilidades de desarrollo son mínimas; allí las desertificación está localizada en áreas de actividad humana (minería, ferrocarril, caminos y concentración de ganado).
En las zonas más húmedas (productivas) es preocupante el avance de la degradación de los ecosistemas durante los últimos años, con expresiones extremas de desertificación, como es la desaparición total de especies leñosas, la proliferación de médanos y la cubierta arenosa móvil en general.
La degradación de la cubierta vegetal trae como consecuencia una disminución de la infiltración, aumento en la evaporación, mayores escurrimientos (más erosión), sedimentación y salinización.
Para el caso de la Puna, los procesos de desertificación están agravados y/o estimulados principalmente por factores de pobreza extrema, salud y supervivencia.
Los problemas socioeconómicos sumados a la necesidad de alimentos y energía, para poder sobrevivir en esta zona de condiciones climáticas tan extremas, están estrechamente ligados a la degradación de estas tierras.
La explotación de los bosques desertifican a la región del Chaco
El Chaco Semiárido, gran planicie ubicada en el centro norte del país, presenta déficit hídrico en toda la región. Junto con el aumento de la carga animal por la radicación de establecimientos ganaderos sin un manejo adecuado, se reduce la oferta forrajera y la regeneración natural del monte.
La explotación extractiva realizada sobre los bosques vírgenes en esta región, produjo el inicio del proceso de degradación ambiental. Paralelamente a la pérdida del recurso forestal se manifiesta la praderización y en especial la agricultura, para instalar cultivos extractivos de alto rendimiento (soja, algodón).
La tendencia actual está dirigida a la sustitución de los remanentes del bosque por agricultura con altas inversiones en capitales y tecnologías, con el riesgo de iniciar un nuevo ciclo de desertificación.
Se consideran causas del proceso de desertificación: la degradación del monte por sobreutilización del recurso, el desmonte para la incorporación de tierras para la agricultura y la ganadería, los incendios forestales y el mal manejo agrícola y ganadero.
Las manifestaciones primarias de estos procesos son la erosión eólica e hídrica, pérdida de la capacidad de retención de agua, estructura y fertilidad de los suelos, que repercuten en los rendimientos de los cultivos y en la disminución de productividad del sistema en su conjunto, con el consecuente abandono de las áreas antes productivas.
El Noroeste tiene tierras cada vez menos productivas
La región de los Valles Áridos del Noroeste argentino, enclavada entre las provincias de Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan y Tucumán sufren la ausencia de planificación hídrica que provocó que en zonas urbanas el consumo del agua potable sea excesivo. En la región, la actividad ganadera se caracteriza por ser extensiva y de subsistencia, fundamentalmente dedicada a la cría de caprinos y bovinos. El nivel productivo actual tiene severas restricciones, con infraestructura de manejo deficiente o inexistente, poca tecnología y sobrepastoreo del recurso natural.
La actividad agrícola de la región se concentra en los oasis bajo riego. La principal limitante a la expansión de los cultivos radica en la escasa disponibilidad del agua de riego y en la ineficiencia de su utilización.
La expansión de la superficie agrícola a través del gran cultivo de nogales y olivos, ha generado serios procesos de degradación de los recursos naturales, como consecuencia de los desmontes no planificados.
El abandono de campos por parte de los pequeños productores es creciente, debido entre otras razones. al agotamiento y degradación del suelo (monocultivo de pimiento), el deterioro del pastizal natural y la deforestación.
Los escasos bosques nativos, principalmente de algarrobo, son explotados irracionalmente, con altas tasas de extracción (madera y leña) e impacto por la ganadería. Se ha evaluado que las principales causas de la desertificación son la sobreexplotación del monte nativo, los incendios y el sobrepastoreo en la cría extensiva de hacienda.
Estos factores de deterioro son generados por el interés en la extracción y venta de productos leñosos (agudizado por la necesidad de subsistencia local), la baja aptitud productiva del recurso natural, el deficitario nivel tecnológico de los productores, y la falta de personal capacitado en una estructura institucional que no asegura un adecuado contralor y administración del recurso.
Distribución desigual
Un elemento socioeconómico que incide adicionalmente a los factores naturales y de uso de los recursos, es el problema de la distribución de la propiedad de la tierra. Los problemas de tamaño de las explotaciones (alto porcentaje de minifundistas y pequeños productores) y de tenencia de la tierra (campos comuneros, sucesiones indivisas, tenencia precaria), profundizan el problema económico regional y agudizan el deterioro de los recursos.
El efecto final del proceso de desertificación es identificable a través de la erosión hídrica y eólica, el aumento del polvo atmosférico, la generación de médanos, la invasión de especies halófitas y terófitas, la desaparición de especies nativas y pérdidas de la biodiversidad y los desequilibrios en cadenas tróficas.
"En San Juan la agricultura es totalmente bajo riego y en los ultimos años se han incorporado tierras que eran incultas o no estaban cultivadas debido en una gran medida a la radicación de numerosos proyectos. De esta manera muchas tierras que no estaban cultivadas se han incorporado a los valles, produciendo un beneficio tanto en lo económico como en lo ecológico. Por ello el desierto no ha crecido en San Juan, sino por el contrario, se han mejorado las condiciones. Si tenemos problemas en algunas zonas que estan afectadas pr niveles freáticos superficiales y salinización. En general hay mas o menos conciencia de los productores para minimizar esos problemas y una tendencia a mejorar la eficiencia de riego, principalmente este año que es una temporada seca y va a haber escasez de agua", dijo Mario Liotta, integrante del INTA San Juan, a esta agencia.
Diferente es la situación en la provincia de La Rioja: "es muy preocupante el alto grado de degradación y desertificación que presentan la mayor parte de los suelos de nuestra provincia, con muy bajos índices de productividad. Además la disponibilidad forrajera es muy limitada, agravada por escasas precipitaciones veraniegas que motivan o dan lugar al accionar de los principales procesos y factores determinantes de una gran desertificación", dijo el geólogo Amaro Romero, del INTA La Rioja, a RENA.
El ganado ovino alteró la Patagonia
La región Patagónica, integrada por las provincias de La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, sufren un deterioro de los ecosistemas frágiles iniciado con la introducción del ganado ovino que alteró el lábil equilibrio del sistema. Desde los comienzos del poblamiento pasturil en la región y hasta el inicio de los estudios científicos sistemáticos, transcurrieron más de 60 años en las que se decidió la distribución y puesta en producción de las tierras, sin un criterio de sustentabilidad y sin el conocimiento de la estructura y funcionamiento del ecosistema árido patagónico.
Las principales causas del deterioro ambiental en la Región son atribuibles en gran medida al desconocimiento del verdadero potencial de los recursos naturales y la sobrevaloración de la receptividad de los campos de pastoreo, que indujo a la sobrecarga animal provocando sobrepastoreo.
La disminución de la cobertura vegetal deja expuesto el suelo a temperaturas extremas, a la acción del viento y del calor. A fines del siglo pasado y hasta mediados de éste, la extracción de arbustos para leña realizada en forma indiscriminada para consumo de la población rural y urbana como recurso energético, potenció aún más la desertificación en grandes áreas de la Patagonia.
La desertificación es el principal problema ambiental, social, económico y ecológico de la Patagonia. El deterioro del ecosistema es el producto del uso inadecuado de sus recursos naturales, en especial del pastizal natural y sus bosques.
La patagónica argentina, es quizás, la región del país que cuenta con el mayor nivel en generación de tecnología y un caudal de información disponible para la prevención y control de la desertificación.
La desertificación también jaquea a las áreas más productivas
La Región Centro-Oeste argentina se extiende sobre siete jurisdicciones provinciales, desde el sur de la provincia de Buenos Aires, La Pampa, San Luis, Mendoza, San Juan y parte de La Rioja y Catamarca.
"Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), existen diversos factores de desertificación que los divide en principales, representados por la degradación de la cubierta vegetal (sobrepastoreo, incendios ), erosión eólica e hídrica. Luego hay otros factores denominados supeditados como la salinización, la compactación de los suelos y la contaminación por agroquímicos y se los denomina así por que, aunque son muy importantes, su manifestación es menos generalizada. En la provincia de San Luis, todos estos factores están representados", señaló el investigador del INTA y Consultor para América del Sur en Desertificación, Alfredo Collado, a RENA.
La Región Altoandina (oeste argentino) es esencialmente ganadera. En ella son fundamentalmente dos los factores que desencadenan los procesos de desertificación: los incendios y el sobrepastoreo. Estos, conjugados con condicionantes naturales: fuertes pendientes, pobre estructura de los suelos, torrencialidad de las lluvias y escasa cobertura del suelo, determinan que numerosas áreas se ven afectadas por fuertes procesos de erosión hídrica.
Las áreas pedemontanas presentan problemáticas similares a la región altoandina. Y se suman los procesos de urbanización no controlada, la tala indiscriminada del estrato arbustivo y bosques (los que prácticamente han desaparecido).
También las actividades minero-extractivas, principalmente petroleras y ripieras, que generan impacto sobre los suelos e importante consecuencia sobre la vegetación y la fauna.
Por su parte, la región de Llanuras (Pampa árida y semiárida) hasta las primeras décadas de este siglo, contaba con importante bosques de especies leñosas. Producto de la tala indiscriminada, para uso agrícola y combustible, hoy en día son bosques seriamente reducidos y dañados. El pastoreo no controlado, sumado a la desforestación, han llevado a muchos campos a etapas de degradación, con procesos erosivos eólicos y la reactivación de sistemas de médanos.
En el Chaco sudoeste las extensas llanuras que se desarrollan al pie de las sierras secas, se presentan como ecosistemas muy frágiles sometidos a fuertes procesos de degradación de origen antrópico. El sobrepastoreo, los incendios naturales o provocados, y la tala indiscriminada, han desencadenado graves procesos de erosión hídrica y eólica.
La falta de una adecuada infraestructura vial y de comunicaciones, la deficiencia de la red sanitaria y equipamientos educativos y el escaso asesoramiento técnico por parte del Estado, determinan una de las situaciones sociales más criticas de la región y el país, y por añadidura se constituyen en el principal factor desencadenante de los procesos de desertificación.
En la Pampa árida, región básicamente ganadera, encuentra en esta actividad, las causas de los procesos de desertificación. La combinación de prácticas agrícolas incorrectas en la producción de cereales, el sobrepastoreo y las sequías, desataron procesos de erosión hídrica y eólica que dieron origen a médanos. A esto debe sumarse la tala irracional, los incendios (un millón de hectáreas en 1973), la elevada mecanización agrícola, que hacen de esta región un área critica que exige prácticas especiales de cultivo. (Cristian Ariel Navazo)
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