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Argentina - 10/01/2005
Durante la extensa reunión -veinte sesiones oficiales intergubernamentales, más de ciento cincuenta actos y sesenta exhibiciones paralelas- prevaleció el ánimo de conciliar antes que confrontar y si bien no fueron alcanzadas las metas deseadas, se continuó avanzando en la dirección prevista.
La X Convención de Cambio Climático (COP), realizada recientemente en nuestra ciudad, contó con la presencia de delegaciones de 169 países, presididas en su mayoría por ministros del área ambiental e integradas por científicos y funcionarios, y representantes de numerosas ONG y de 240 medios periodísticos. Durante la extensa reunión -veinte sesiones oficiales intergubernamentales, más de ciento cincuenta actos y sesenta exhibiciones paralelas- prevaleció el ánimo de conciliar antes que confrontar y si bien no fueron alcanzadas las metas deseadas, se continuó avanzando en la dirección prevista.
El encuentro abordó las alteraciones producidas en el clima, generadoras de verdaderas catástrofes de una intensidad desconocida y producto de la emisión de seis gases, tales como el dióxido de carbono o el metano, entre otros, que dan origen al fenómeno de calentamiento atmosférico denominado "efecto invernadero". Precisamente, a fin de poner límites al deterioro climático, se había llegado, en 1997, al llamado Protocolo de Kyoto (PK), por el cual se estableció que los grandes emisores de gases perjudiciales debían reducir en un 5% sus emisiones respecto de sus niveles de 1990. Para ello, se habla de "mitigación" en relación con los esfuerzos por disminuir o estabilizar las emisiones de los gases de efecto invernadero, es decir, actuar sobre las causas. Por otro lado, se conocen como de "adaptación" aquellas acciones que, de manera urgente, deben ser realizadas en los países más vulnerables ante los efectos del cambio climático, como ser obras preventivas para zonas inundables, adecuación y planificación de cultivos ante modificaciones de las características del suelo y clima (zonas hoy húmedas pueden convertirse en secas en el futuro, y viceversa), así como anticipar otras situaciones extremas.
Es bien sabido que el desarrollo económico tiene como consecuencia indeseada la producción de gases que perturban el clima. En este sentido, los países más avanzados son deudores y, paradójicamente, los países en vías de desarrollo, cuya producción no llega a ser perturbadora del clima, se convierten en acreedores, pues padecen en mayor medida los perjuicios que generan los infractores. Sobre esta relación, opuesta a la que se da en términos financieros entre países ricos (acreedores) y pobres (deudores), hizo jugar su análisis el discurso del presidente Néstor Kirchner, cuyas palabras fueron bien recibidas por la concurrencia.
El PK ha marcado un sentido ineludible para el mundo y su aplicación es inevitable, aunque se demore su plena efectividad. Los Estados Unidos, principal obstáculo para su plena vigencia, demorarán su aprobación del tratado, pero se prevé que, por otras vías, aceptarán los compromisos que este grave problema mundial impone.
Ese documento ha sido firmado por los países desarrollados, mas no todos lo han ratificado como requiere su puesta en vigencia legal. Es el caso particular de los Estados Unidos, que no lo ha hecho aun cuando su incidencia en las emisiones nocivas es la mayor (está calculada en un 25% del total). Precisamente, una de las expectativas previas a esta reunión cumbre giraban en torno de que el gobierno de Washington revisara su posición. Los objetivos estaban cifrados en lograr positivas conclusiones en cuanto a estrategias de mitigación y de adaptación de las emisiones de gases nocivos. Con el transcurso de las reuniones, el acento fue puesto en la segunda de esas metas.
Otra cuestión fundamental se planteó acerca del límite de calentamiento que puede soportar el planeta antes de arribar a una situación irremediable -situación que no está tan distante-, agravada por el hecho de que aun cuando se redujera la temperatura, los niveles ya alcanzados por la contaminación producirán efectos nocivos por muchas décadas. He ahí, entonces, la necesidad y urgencia de dar pasos concretos en pos de una solución.
En otro plano, algunos países como España y el Reino Unido han prometido no sólo reducir sus emisiones, sino cooperar para el desarrollo de formas de energías "limpias" que beneficien a países en desarrollo. Será necesario examinar las bases sobre las cuales tienen sustento muchos proyectos de compra y venta del derecho de contaminar, que se van ofreciendo en el mercado y cuyo origen se debe a los tropiezos que encontró el PK. Esas ofertas suponen una especie de mecanismo de compensación mediante el cual las naciones más desarrolladas ofrecen la financiación de proyectos energéticos por vía de un fondo integrado por la Unión Europea.
Desde el sector empresario, el presidente de Acindar y del Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (CEADS), Arturo T. Acevedo, defendió la necesidad de evitar mecanismos complejos y burocráticos que incidan en los incentivos previstos en el Protocolo de Kyoto, al tiempo que subrayó las acciones que el sector industrial local ya viene realizando en materia de eficiencia energética, ecoeficiencia y uso racional de los recursos naturales. Se refirió, también, al desafío global que implica, por un lado, producir riqueza y empleo, y, al mismo tiempo, preservar el medio ambiente, enfatizando la conveniencia de evitar las soluciones orientadas exclusivamente a la oferta, promoviendo esfuerzos educativos para mejorar los estándares de vida que generan demanda y consumos no sustentables (energía, productos, transporte, etcétera).
Las autoridades de la delegación argentina se mostraron satisfechas con los resultados de la COP, particularmente por haberse enfocado el camino de la adaptación que invita a sumar esfuerzos a todos los países, aunque no sean signatarios del PK. Es muy deseable que el ritmo de los acuerdos se acelere y se puedan dar pasos decisivos en la reducción del riesgo climático.
El clima de esta COP fue decididamente positivo, sentimiento favorecido por la reciente ratificación suscripta por Rusia y que otorga fecha cierta a la puesta en vigor del PK: el 16 de febrero de 2005. Esa conclusión permite alentar fundamentadas esperanzas acerca de la imprescindible y primordial necesidad de que toda la humanidad, sin excepciones, medite acerca de su futuro y del imperioso requerimiento de abocarse, de una vez por todas, a modificar ciertas conductas estrechamente vinculadas con el manejo incorrecto y suicida del medio ambiente en que vive.
La Nación
Lunes 10 de Enero de 2005
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