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Canadá en la OEA: 20 años de compromiso continuo

Cada semana en el salón Simón Bolívar de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el Consejo Permanente se reúne para debatir, intercambiar información y resolver conflictos para contribuir a la consolidación de un hemisferio más seguro, igualitario y democrático. El debate se centra comúnmente en temas como el apoyo a las elecciones libres y justas; la defensa de los derechos humanos; el desarrollo social e integral; y la cooperación en temas legales. Treinta y tres Estados Miembros participan en esta importante tarea, y durante las dos últimas décadas, Canadá ha venido participando activamente en dicho contexto para lograr consensos, y unir posiciones divergentes del trabajo diario de la Organización.

Canadá se unió a la OEA en enero de 1990 y desde entonces, no sólo ha participado y apoyado a la OEA en numerosos esfuerzos, sino que además ha proporcionado su capacidad humana a la Secretaría General cuyas diversas actividades se complementan y fortalecen para cumplir los mandatos asignados a la Organización. Desde 1990, Canadá, vecino septentrional del hemisferio, ha realizado importantes contribuciones a la labor de la Organización y en la actualidad cuenta con una larga lista de logros que se convierten en buenas razones para celebrar.

La decisión de Canadá de unirse a la OEA no fue fácil. Tal como lo expresó el entonces Primer Ministro de Canadá, Brian Mulroney, quien recientemente, durante la conmemoración del 20 aniversario del ingreso de su país como miembro plenipotenciario de la OEA comentó: “Nuestra decisión de unirnos a la OEA no fue universalmente aplaudida, dentro ni fuera del gobierno”. En ese entonces, Canadá había sido país observador durante 18 años, lo que significaba que había participado en las actividades de la OEA contribuyendo a sus programas de forma limitada.

Siendo una nación libre del hemisferio occidental, Canadá era elegible para convertirse en un Estado Miembro de la OEA; pero muchos dudaban si esta decisión era parte de sus intereses. A pesar de todo, hoy en día Canadá es el segundo contribuyente financiero de la OEA, luego de los Estados Unidos, y ha hecho importantes aportes a la labor de la Organización, particularmente en áreas como: democracia, derechos humanos y seguridad hemisférica.

Por ejemplo, la primera iniciativa de Canadá como Miembro de la Organización fue ayudar a establecer la Unidad para la Promoción de la Democracia o UPD, la cual fue creada para ofrecer a los Estados Miembros servicios de asesoría y asistencia técnica para apoyar la preservación y fortalecimiento de sus instituciones políticas y procesos democráticos. Entre las principales áreas de acción de la UPD estaban el fortalecimiento de las instituciones legislativas y sus respectivos procesos (incluyendo las misiones de observación electoral), y otras actividades relacionadas con la educación electoral. El Embajador Graeme C. Clark, Representante Permanente de Canadá ante la OEA, explicó que la UPD “fue el precursor de lo que hoy conocemos como la Secretaría de Asuntos Políticos”, y explicó que el trabajo realizado en la unidad y en la Secretaría es “quisiéramos pensar, uno de los principales temas que hemos traído a la mesa”.

En el mismo contexto, Canadá fue instrumental para el establecimiento de la Carta Democrática Interamericana en el 2001, la cual pone de manifiesto que la democracia es una condición indispensable para pertenecer a la OEA. Igual apoyo prestó a la Declaración sobre Seguridad en las Américas en 2003, con la cual se creó un marco de seguridad multidimensional para la región.

Actualmente Canadá preside el Comité de Seguridad Hemisférica del Consejo Permanente de la OEA, que apoya las tareas de la Organización en temas como la trata de personas; el crimen organizado transnacional; y la reducción de desastres naturales, entre otros. Canadá además ha ayudado a financiar los esfuerzos del programa de desminado humanitario de la OEA, que ha contribuido al plan de declarar Centro América como región libre de minas antipersonales.

Igualmente, Canadá ha hecho contribuciones financieras voluntarias para fortalecer la labor de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y ejerce la presidencia del Grupo de Trabajo en la Revisión de los Programas de la OEA, que busca mejorar el proceso de establecimiento de prioridades, y encaminar la Organización en una práctica de mayor rendición de cuentas en el contexto actual de limitados recursos financieros.

Mediante la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional, (CIDA por sus siglas en Inglés), Canadá ha realizado otras contribuciones a la OEA y sus Estados Miembros. CIDA ha apoyado iniciativas y proyectos de la OEA en áreas como desarrollo socioeconómico; derechos humanos; igualdad de género; y responsabilidad social corporativa. Además, ha proveído asistencia financiera a países en crisis, como en las recientes catástrofes de Chile y Haití. En el año 2008, CIDA y la OEA firmaron un plan de cooperación por tres años por un valor de 20 millones de dólares para el fortalecimiento de la gobernabilidad en los Estados Miembros de la Organización. Dicho plan refuerza el papel de la Organización como el principal foro político multilateral de las Américas, y muestra el énfasis que Canadá ha asignado a crear un enfoque hacia el hemisferio más orientado, estratégico y basado en los resultados.

En 2010 la contribución de Canadá a la Organización fue de más de 11 millones de dólares, cifra cercana al 14% del total del presupuesto ordinario de la Organización. Éste es un reflejo del apoyo de Canadá al trabajo del organismo multilateral. Sin embargo, y a pesar de su importante labor financiera, Canadá reconoce que no es sino uno de los 35 Estados Miembros.

“Sí, nosotros somos el segundo mayor contribuyente de la Organización, pero eso no significa que creamos que esto nos otorga alguna influencia adicional en la mesa de diálogo”, afirmó recientemente el Embajador Graeme Clark, quien también comentó que “creemos en la cooperación multilateral, creemos en el sistema multilateral, defendemos nuestros intereses y avanzamos con nuestras estrategias e ideas, pero al final del día, creemos en el trabajo coordinado a fin de alcanzar un consenso razonable para continuar avanzando”.

La participación de Canadá en la OEA también ha contribuido a que este país anglófono y francófono, consolide y fortalezca su relación con los demás países en el continente Americano. “Hemos alcanzado un nivel de compromiso con las Américas que nunca antes habíamos tenido, y creemos que en parte esto es resultado de nuestra incorporación a la OEA, pero también es un reflejo de las decisiones que hemos tomado”, explicó Clark.

El aumento del comercio es sólo uno de los muchos beneficios que Canadá ha obtenido como resultado de los fuertes vínculos con sus vecinos hemisféricos. Por ejemplo, Canadá ha implementado iniciativas de libre comercio con Perú, Colombia, Panamá y Chile, entre otras naciones latinoamericanas, y ha privilegiado relaciones bilaterales con muchos de los países de la Comunidad del Caribe (CARICOM). Poco después de haberse integrado a la OEA, en 1998, el comercio internacional, bilateral con Latinoamérica era de alrededor 6 billones de dólares. Hoy en día, dicho comercio ha incrementado a casi 46 billones.

El Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, recientemente subrayó algunas de las contribuciones que Canadá a hecho a la Organización y sus Estamos Miembros, y recordó cómo “la participación de Canadá en la OEA ha impactado de manera positiva la dinámica de las interacciones entre los Estados Miembros”.

Además del Embajador Clark, actual Representante de Canadá ante la OEA, otros cuatro embajadores han ocupado dicho cargo desde que Canadá se convirtió en Miembro de la Organización. Ellos fueron los embajadores Jean-Paul Hubert (1990-1993, Brian Dickson (1993-1997), Peter Boehm (1997-2001), y Paul D. Durand (2001-2006).

Tal como lo expresó el Primer Ministro Brian Mulroney, “veinte años después del hecho, la lección que nos deja nuestra decisión de unirnos a la OEA, y nuestra experiencia como miembro con pleno derecho, es una muestra afirmativa de lo que somos y de donde estamos. Es un ejemplo de cómo los intereses de Canadá pueden ser más eficientes aportando a las políticas internacionales y es también una manera de demostrar cómo los valores que apreciamos como canadienses pueden prosperar en el hemisferio. Nuestra decisión de unirnos fue un reconocimiento de la realidad geográfica, una declaración de un serio objetivo político y un compromiso de servir a los intereses de nuestro propio hemisferio”.

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